Trabajé 16 años en Torrelavega. Pasaba todos los días por el parque de Manuel Barquín y, aunque le hacía falta algún retoque, era bonito. Hacia el cambio de siglo, hicieron en él una pretendida mejora; recuerdo que, unos cartelitos de madera ("Utilicen las papeleras") que claramente iban destinados a ser clavados en el suelo, los clavaron al fin con puntas en los árboles, sin quitarles la tablilla de sostén que tenían. Aquel detalle me hacía sufrir cada día, por la rudeza de la actuación y por la mala gestión que implicaba. Han puesto después ese banco gigante y elementos amarillos que no vienen a cuento, pero en Navidad cobra encanto, como toda Torrelavega. Cubrir los columpios tuvo polémica, pero estuvo bien. Cada cierto tiempo veo que hay noticias sobre el estado del parque, que se va a acometer una transformación... como si a alguien se le acabara de ocurrir. No es un recinto tan grande como para que no se actúe de una vez sobre él como se merece.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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