En el último número de la revista COMUNIDAD EN MARCHA se nos anuncia la renuncia de Maruja Méndez, tras treinta años de ser el alma de la revista.
Te traslado la carta que la propia Maruja edita en la revista, a modo de despedida:
Con gran dolor de mi corazón, después de treinta años de estar en contacto con todos vosotros a través de estas páginas, queridos lectores y amigos de esta Hoja Parroquial, abandono por dos poderosas razones: falta de salud y la edad, más por lo primero que por lo segundo, y eso que ya son 87 los años que tengo… Pero no por eso desaparecerá COMUNIDAD EN MARCHA. A nuestro párroco ya le ronda otro modo de hacerla, volviendo a sus orígenes, pues empezó un una mesita del templo, donde cada cual la cogía y depositaba si óbolo. Por aquél entonces, las mujeres de Acción Católica hacíamos una hoja para nuestro grupo, la cual llamábamos ¡Despierta!, y un buen día de verano, Solituca Mazarrasa decidió que le enviáramos todos le meses una, con la correspondiente suscripción, con lo que, de este modo nació la idea de las suscripciones. Casi al mismo tiempo, Salvador Carretón, maestro nacional que estuvo aquí muchos años, me sugirió el extender las noticias y los comentarios y abrirla al pueblo. Y así nació nuestra Hoja, pequeñita al principio, hecha a multicopista por nuestro inolvidable don Guillermo, con una máquina mala, con la que nos poníamos todos de tinta hasta los codos. Por otra parte, como por aquel entonces no había el Boletín Municipal (temporalmente suspendido), nos convertimos en el vínculo de unión de todos los vecinos. Aparecieron para nuestra dicha, Agustín Martínez, Marisol Urreta “Sonyma”, Pedro Morante “Malaquías”, y se hizo un formato más digno, muy parecido al de hoy, aunque no con tantos adelantos como nos proporcionan las nuevas tecnologías, y añadimos las páginas de los “curas”, los magníficos editoriales de Teodoro Arnáiz y las necrológicas (recuerdo aquellas de Aniano Fontaneda, de Aguilar de Campoo), y la chismografía de las novedades del pueblo, a mi cargo.
Cuando llegamos al número 100 nos dio una gran alegría, pues nos parecía imposible haber aparecido mes tras mes hasta alcanzar dicha cifra, ¡hoy ya estamos en el número 337!
Como era de esperar, en este dilatado tiempo hicimos dos o tres números muy especiales: en las bodas de oro sacerdotales de don Amancio, en la muerte del papa Juan XXIII, y con ocasión del número 300, en cuya redacción me ayudó el Hermano Oscar, con una revisión de todo lo hecho hasta entonces, con entrevistas, artículos de gente importante, etc. En fin, treinta años de contacto directo, de mejora en el contenido (con las páginas de don Francisco y don Acilino) , y las editoriales de Teodoro Arnáiz) y en la forma (a cuyo cuidado encomendamos a Paco García, que desde Santander nos enmaqueta mes a mes la revista y buscamos portadas)
¡Cuánto me cuesta decir adiós a esta Hoja de mis amores! Con verdadero esfuerzo hago el último deber para contaros estas pequeñeces, y pongo mi atención en cuantas personas directo o indirectamente la hicieron posible. También os deseo, cómo no, una muy feliz Navidad, y ruego al Niño Dios que bendiga nuestro pueblo y a nuestra Comunidad Parroquial, y que nos de un próspero año 2011 y muchos siguientes más. En fin, sólo pediros un pequeño favor: que de vez en cuando os acordéis de mí y me tengáis presente en vuestras oraciones.
Un abrazo.
Maruja Méndez.