07 diciembre 2009

DESDE LA ATALAYA

¿LO ESTAREMOS HACIENDO AL REVÉS?

Los que pertenecemos a la generación que vivimos a caballo entre la dictadura y la democracia, nos hemos convertido en unos espectadores privilegiados de los avances tecnológicos, sociales políticos y democráticos de nuestro actual sistema.
En aquellos años la mujer no trabajaba y no existía el divorcio, por lo que las parejas tenían que soportar situaciones duras de convivencia. La aceptación de la separación y la incorporación de la mujer al mundo laboral, podrían poner fin a una situación de desventaja, para quien sufría la falta de amor de la parte contraria.
Con la perspectiva que dan los años, vemos que si bien en algunos casos sí se ha producido esta mejoría, también es cierto que en otras, ha ocasionado perjuicios de la magnitud del problema que se intentaba solucionar o mayores, tales como hijos utilizados y manipulados por sus propios padres para hacer daño a la parte contraria, una preocupante disminución de la natalidad, familias monoparentales, hijos rechazados por las nuevas parejas de sus progenitores, y lo que es peor: un aumento progresivo de violencia de género.
En la actualidad se han puesto en acción programas dirigidos a la juventud, en los que desde el mismo centro docente se los instruye en temas de sexualidad, que nosotros nunca tuvimos.
Se han utilizado fondos públicos en preservativos y abortivos del día después, para que nuestros jóvenes tuviesen acceso a un sexo promiscuo, sano y seguro y para remate, se está tratando de elaborar una ley del aborto, en la que chicas de 16 años puedan tomar esta importante determinación, sin necesidad de pedir consejo ni permiso a sus padres.
Con este nuevo paquete de medidas hemos conseguido que aumente el número de violaciones, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y queremos poner la guinda a tanto desaguisado, matando al inocente no nacido que busca refugio en el seno de la madre.
La última de las medidas parece tomada para no tener remordimientos, y consisten en apartar de la sociedad cualquier atisbo de religiosidad, porque Dios y la religión no pueden poner freno a nuestro 'radiante y progresista' desarrollo.
Pasados unos años veremos los resultados de esta medida, pero mientras tanto a mi me surge la siguiente pregunta ¿estaremos haciendo las cosas bien?
Los de mi generación seguimos, desde nuestra privilegiada atalaya, observando perplejos la situación y vemos que mientras se destruye la familia y el medio ambiente, aumentan las diferencias entre pobres y ricos, el terrorismo, la inseguridad ciudadana, los suicidios...., ya nos empieza a rondar por la mente una nueva pregunta, que nunca pensamos que pudiéramos llegar a tener que plantearnos: ¿lo estaremos haciendo al revés?

 [A.José Salas en Cartas al Director, del Diario Montañés]

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