13 junio 2010

CANTABRIA Y EL AVE

La vieja reivindicación del AVE eclosionó en el mes de mayo con tal virulencia que amenaza con velar cualquier otra cuestión. Sorprende comprobar como un asunto que, con los hechos a la vista es tan evidente, provoque un terremoto político que, eso si, terminará en una suave temblor sin consecuencias. Digo que sorprende porque durante los últimos años (y Miguel Ángel Revilla lleva ya 15 años en el Gobierno de Cantabria) hemos visto como en las comunidades vecinas se iniciaban las obras del tren de alta velocidad mientras que en nuestro territorio se anulaba el primer leve indicio, un boceto de trazado entre Santander y Reinosa, del proyecto para dicha obra. Pedir, por tanto, que Cantabria tenga AVE de manera simultánea al País Vasco, Asturias y Galicia es un brindis al sol, a no ser que se pretenda que se congelen las obras en otras autonomías. Desde hace tiempo todos sabemos -excepto los que no quieren saber- que Santander tendrá un tren de altas prestaciones (dos horas y media para cubrir 430 kilómetros no es un AVE) cuando se pueda, es decir cuando ya cuenten con él nuestros vecinos.
El problema ahora es añadido: el calentón del AVE es un velo que puede impedir que veamos otros asuntos más urgentes y quizás tan importantes o más. Los recortes presupuestarios del Gobierno de Rodríguez Zapatero han resquebrajado la coalición PRC-PSOE y la parálisis se ha apoderado de un ejecutivo que hasta la fecha tampoco ha sido un ejemplo de agilidad en la tramitación de proyectos y solución de problemas.
El velo del AVE no puede ocultar la necesidad imperiosa de firmar el convenio del Hospital Valdecilla, un compromiso que se ha retrasado sin motivo aparente pero que ahora, cuando la tijera ha llegado a los ministerios, se torna más difícil de concretar. Dejar para mañana lo que se debió hacer ayer provoca que un cambio en la tendencia, o una crisis económica como la actual, dejen en el aire asuntos que ya deberían haber sido resueltos.
Lo mismo sucede con la Autovía Dos Mares, de la que ya ni siquiera se habla. Es un proyecto importante, emblemático dicen los políticos, que estuvo ya amenazado por su escasa rentabilidad y que ahora parece lejano y poco viable.
El propio gobierno de Cantabria debe reflexionar sobre los proyectos propios más importantes porque con la reducción de ingresos no parece posible abordarlos todos, máxime cuando ya acumulan años de retraso. Es perentorio que el gobierno entre a fondo en este asunto y elija aquellos que son urgentes y deje los demás para mejores tiempos. ¿De qué hablamos? Pues del edificio gubernamental de Puertochico, el famoso Moneo; del Museo de Prehistoria en Las Llamas varias veces anunciado y presentado; de la puesta en marcha de la fábrica GFB, ese monumento a la incompetencia; de la carretera que una Alto Campoo con Liébana; de la unificación de las dos estaciones de Santander; de las viviendas en la finca de La Remonta. de tantos asuntos que llevan lustros apareciendo en los periódicos sin que se pase de las musas al teatro.
El Gobierno cántabro tiene que emplearse a fondo para mitigar el paro, para activar aquellos asuntos que de él dependen. ¿Por qué tanto retraso en la adjudicación del concurso eólico? ¿Qué razón existe para que 20 licencias de radio, que generarían puestos de trabajo, no se asignen? El Gobierno de Cantabria transmite una imagen de lentitud, inoperancia e ineficacia que debe ser corregida, porque en horas de dificultad es cuando se precisa del coraje y del trabajo de los gobernantes. Cuando el paro es el problema más importante no tiene justificación que el gobierno de nuestra comunidad no agilice procesos burocráticos procesos que si se resuelven permitirán que la iniciativa privada genere puestos de trabajo.
La situación es tan evidente que hasta María Jesús Cedrún, Secretaria General de UGT, el sindicato amigo, ha manifestado su desacuerdo con esta parálisis gubernamental. Parece como si la gandulería se hubiera apoderado de consejeros y directores generales y la galbana fuera el estado natural de nuestro gobierno. Es el momento de hablar menos y actuar más. Todas las energías de nuestros gobernantes deben orientarse a acelerar procesos que llevan años estancados y que muchos no requieren inversión alguna. Basta con trabajo y capacidad decisión. No se entiende que no se aborde una vez la reducción del organigrama de gobierno en el que aparecen subdirecciones generales que carecen de contenido o que no se haga una poda a conciencia en las empresas públicas que se han cargado de personal clientelar. El AVE es irrenunciable para Cantabria y además hay consenso sobre la importancia de conectar Santander con la Meseta, pero ese es un proyecto a cinco o diez años vista, mientras que otros asuntos requieren atención inmediata porque pueden dinamizar el tejido productivo de Cantabria en pocos meses.
La polémica del AVE no debe bloquear esta región, una comunidad que padece la exasperante lentitud de una administración muy poco eficaz.
Jesús Ferrero, en El Diario Montañés

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