19 junio 2019

EL GARAJE COLLANTES

Muchos hemos conocido el garaje Collantes. Pero no nos imaginamos que en dicho local, durante un tiempo existió una mercería, con el nombre de Eva, posiblemente el nombre de la persona que lo atendía. No sabemos cuánto tiempo estuvo funcionando.
Más tarde se abrió un nuevo comercio dedicado a garaje, pensamos que de bicicletas, que estuvo en manos de una persona de fuera del pueblo, esta persona era D. Juan Arabaoloza Uría. Era de la zona de Vizcaya, más concretamente de Ibarra, de ahí que el comercio se llamaba Garaje Eibarrés. Como no tenía casa en el pueblo, vivía en la Fonda Buelna. Parece ser que había recalado en el pueblo, por algunos problemas familiares. Cuando estos desaparecieron, dejó el garaje, abandonó el pueblo y regresó a su tierra.
Pero para todos los que hemos pasado parte de nuestra vida en este maravilloso valle, cuando aludimos al Garaje Collantes, nos recuerda a aquellas dos personas que nos arreglaban nuestro medio de transporte, que nos permitía desplazarnos a robar frutas por las huertas, a las romerías, al Barbalón o hacer tonterías en el colegio de “las monjas”, bajar sin miedo por la cuesta de Ladreo. Algunos, su “vehículo” lo empleaban para cosas más serias: ir al trabajo, desplazarse por los barrios o los pueblos del municipio o simplemente a hacer la compra del mes en la “Coperativa”. En todo caso nos estamos refiriendo a las bicicletas, elemento de transporte fundamental en el valle durante gran parte de los años 50 hasta los 80. ¿Os acordáis como estaba el patio cubierto de La Salle lleno de “bicis”? ¿Y el parque de bicicletas que había en la fábrica cerca del bar de Los Chamacos y en la entrada a la fábrica en el barrio de La Hoya? Pues bien, quienes nos solucionaban los problemas de nuestro “parque móvil” eran D. José Collantes y su hijo el D. José Luis Collantes. ¿Quién no se acuerda de ellos? Muchos comercios se nos han ido borrando de la memoria, pero siempre tenemos recuerdos del Garaje de Collantes y de sus dos personas al frente.
Ya hemos hablado del taller del Sr. Juan, pareceser que dicho señor tenía mucho trabajo y además una pierna metálica, que le obligó en un momento a meter a una persona, que fue D. José Luis, que estudiaba en la Salle y al mismo tiempo se sacaba unas “perras”. La marcha de D. Juan, fue la ocasión que facilitó que el Sr. Collantes tomara la decisión asumir el alquiler del local, máxime teniendo en cuenta que su hijo José Luis no trabajaba en esos momentos en la fábrica, y además tenía experiencia de haber trabajado ya en el taller a las órdenes del antiguo propietario.
El nombre que pusieron al taller fue “Ciclos Collantes”, y su apertura fue sobre el año de 1943 aproximadamente. Con el tiempo las cosas fueron cambiando, el Sr. José trabajaba en la fábrica y estaba en relevos, lo que provocó que al terminar “aprendices” su hijo José Luis, tuviera que dedicarse de lleno al taller de bicicletas. Más tarde sucedieron dos acontecimientos en la vida de D. José Luis: por un lado entró a trabajar en la fábrica y, por otra, contrajo matrimonio con Dª Hortensia Ruiz y, lógicamente, fueron llegando los hijos, así que tuvieron que plantearse la explotación del garaje. Solución: tratar de conseguir que los turnos de la fábrica no les coincidieran, de tal forma que mientras uno trabajaba en la fábrica el otro atendía el negocio del taller.
Como decimos,el trabajo básico se centraba en torno al mundo de las bicicletas: pinchazos, golpes, rotura de cadenas, de radios; pero me cuenta su familia, que también ponían en alquiler algunas bicicletas al precio de 1 pts, no está muy claro el tiempo de alquiler. Y con el tiempo la variedad de productos se fue haciendo mayor, así llegaron a vender máquinas de coser (¿nos acordamos de aquellas máquinas de coser que había en muchas casas de la época?), cochecitos de niños, cañas de pescar o las famosas escopetas de perdigones con los que salíamos al monte a cazar pájaros, que por cierto, se comían, igual que si los cogíamos con cepos o con anzuelo, sobre todo si había nieve. Si no se lo creen, pregunten a mi amigo Agustín lo que hacíamos en el invierno para cazar pájaros. Con el tiempo también comenzaron a vender y arreglar motos.
El tiempo pasaba y a D. José le llegó el momento de la jubilación. A su hijo, D. José Luis, no le quedó más remedio que buscar el cambio del horario de trabajo en la fábrica. Consiguió trabajar en el relevo de 6 a las 2, por la tarde trabajaría en el garaje. ¿El garaje estaba cerrado por la mañana? Nada más lejos de la realidad. El Sr. José, aunque jubilado iba todos los días al taller, abría, hacía reparaciones fáciles y atendía las ventas. Él abría a las 8 de la mañana, los nietos le llevaban la comida, mientras que su hijo al salir a las 2 de la fábrica iba a casa a comer, para después ir al garaje para sustituir a su padre, el Sr. José. Después se mantenía trabajando en el taller hasta las 9 de la noche.
Cosas de la vida, a D. José Luis le llegó la hora de la jubilación y su objetivo era que su hijo siguiera con el negocio familiar pero, éste estaba con la “mili”, estudiando y no tenía vocación de mecánico y, fundamentalmente no quería seguir con el garaje, tenía otros objetivos.
D. José Luis veía que el negocio iba estupendamente, pero el dueño del local no quería venderlo, y, por otro lado, entendió que los intereses de su hijo iban por otros caminos y por tanto, asumió el cierre del negocio. Ahora se trataba de disfrutar de la familia, había conseguido sus objetivos, había trabajado en lo que le gustaba, había ayudado a su padre y, sobretodo, había sacado adelante a su familia. Y al mismo tiempo, su padre y él habían dejado muy alto el nombre de Collantes, ligado a un garaje de bicicletas en municipio. Es curioso, hace unos días paseando por el pueblo me fijé en una chica que llevaba en el brazo un tatuaje, pero no eran esos tatuajes tan frecuentes que se ven, no, era el tatuaje de una bicicleta. ¿Habéis visto a alguien con una bicicleta tatuada en el brazo? Tuve una corazonada, y como algunas veces no mido las consecuencias, me dirigía ella y la pregunté: “¿Ese tatuaje de la bicicleta es un recuerdo de tu abuelo?” Y ella, extrañada, me contestó: “Si mi abuelo, Collantes”. Supongo ella no sabía que yo estaba escribiendo sobre su abuelo y bisabuelo, yo en cambio me di cuenta que tenía parecido con Ana, nieta e hija de Collantes.
Cuando el garaje cerró, nos quedamos con problemas los que éramos unos negados para arreglar nuestro medio de transporte, yo era uno de ellos, menos mal que llegó el “Moli”, pero esa es otra “historia”.
Durante mucho tiempo el local del garaje estuvo sin utilización, pero después ha habido otros dos comercios en el mismo lugar aunque también es cierto que no tuvieron la importancia que el anterior. Estos dos comercios fueron:
La local dejado por Garaje Collantes, a principio de los años noventa, se abrió una tienda de regalos llamada “La Rasilla”. Fue una tienda que estuvo funcionando aproximadamente dos años, bajo la dirección de Dª Inmaculada Fernández, en aquella época esposa de Vicente.
Después de cierto tiempo, se volvió a abrir como Taller de reparación de televisiones, etc. El servicio estaba en manos de dos personas, D. Javier, sobrino de D. Valentín, comerciante de gran renombre en el pueblo, y D. Carlos. Ellos llevaban tiempo trabajando para D. Valentín en la nave de Nogalejas, pero con motivo de la construcción de la autovía el almacén fue demolido. Ambos se vieron obligados a trasladarse y seguir trabajando en un nuevo establecimiento situado en la Avenida España nº 8. Parece que la decisión en principio fue buena, podían seguir trabajando. Pero por diferentes motivos, fundamentalmente por la crisis económica y, sobre todo las continuas llegadas de grandes superficies que bajan los precios, así que el resultado fue la continua bajada de su fuente de trabajo. La solución a sus problemas se trataron de controlar mediante dos actuaciones: por lado diversifican el negocio, haciendo que sus mujeres, Mª José e Isabel, se involucraran más activamente, para ello el lugar donde se encontraba el taller, se transformó en una frutería “Las Cerezas” que actualmente sigue funcionando como tienda de comestibles dirigida por ellas. Por otro lado, a principio del año 2005 deciden trasladarse para seguir ejerciendo su trabajo a la zona de La Rasilla.
Era un lugar que tenía muchas cosas interesantes para su trabajo, era un sitio tranquilo, necesario para un trabajo que necesitaba concentración y, por otro lado, había muchas posibilidades de aparcamiento, atractivo para los que llevaban sus aparatos para reparar o para ambos trabajadores para aparcar su coche cuando se desplazaban a trabajar a casa de particulares. El comercio se llamó “Servicio Técnico Valentín”, pues como de todos es sabido dependían de Electrodomésticos Valentín que estaba situado, hasta Ley de Memoria Histórica, en la Calle División Azul (por cierto, ¿hubo muchos corraliegos en la División Azul? Sería bueno investigar sobre esta cuestión), ahora la calle Canteros de Buelna, hoy ya desaparecido convirtiéndose en una sala de juego.
“Por desgracia el trabajo fue descenso continuo, la gente solo quería presupuestos porque las grandes superficies bajaban continuamente los precios, a coste de la calidad del producto naturalmente, pero la publicidad engañosa da resultado y la reparación fue disminuyendo, a nosotros y a cientos de servicios de Cantabria y en toda España” Mejor explicado por D. Javier no se puede hacer. Lo que va a suceder es que en 2014 después de muchos años trabajando en el mismo sector, y durante 9 años en el conocido Garaje Collantes, decidieron acogerse a la prejubilación y echaron las llaves a dicho comercio.
Ahora, a uno y a otro, se les ve, en ocasiones, ayudando a sus esposas en su comercio “Las Cerezas”, dedicándose además a sus aficiones, como D. Carlos, que siempre ha sido un enamorado de la batería y siempre ha formado parte del grupo musical TheNortherenStrais.
No podemos olvidarnos que D. Vicente, que durante muchos años trabajó para D. Valentín y actualmente tiene el comercio de Vicentrónica, también durante unos años fue concejal del Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna por el PRC. Pues bien el antiguo Garaje Collantes, se convirtió durante un cierto tiempo sede del PRC en Los Corrales.
En cualquier caso, el antiguo garaje Collantes, está otra vez cerrado, posiblemente esté esperando volver a tener una nueva utilización, pero cada vez la situación parecer ser más difícil. El tiempo dirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario