24 diciembre 2006

LA REALIDAD POLÍTICA DEL CIUDADANO DE A PIE

Los ciudadanos presenciamos perplejos el desarrollo de la vida política. Solamente se cuenta con nosotros a la hora de conseguir nuestro voto. Para ello, se nos toma el pelo haciendo innumerables obras, algunas veces me temo que hasta innecesarias, justo para inaugurarlas en época electoral, para hacer creer al ciudadano que es tenido en cuenta. Lo lamentable es que una vez ganadas las elecciones y tras subirse, de mutuo acuerdo, el sueldo (aquí siempre hay consenso), tanto vencedores como vencidos, pasan a sumirnos en el más ingrato de los desprecios, que es el olvido. Ya todas las decisiones del nuevo gobierno pasan a ser secretas y unilaterales, es decir que ni el ciudadano, ni la oposición, tienen porqué saber nada de sus resoluciones, a pesar de ser siempre nosotros objeto pasivo de las mismas. Se han tomado decisiones trascendentales, tales como el Estatuto Catalán, que a pesar de afectar a todos los españoles, solamente ha decidido una minoría, que estaba interesada en que se materializase, ya que obtenía grandes beneficios, con respecto a una mayoría, a la que no se la ha permitido tomar parte en tan importante decisión. ¿No se provoca con esta medida lamentables diferencias y agravios interregionales? ¿No peligra la actual estructura del Estado y se provoca una ruptura entre los deseos de la clase política y las necesidades reales de los ciudadanos? Otra de las líneas maestras de este Gobierno son las conversaciones con ETA, para obtener una paz definitiva en el País Vasco. Todos los españoles estamos deseando esa paz, pero para ello es necesario que hagan esfuerzos ambas partes. La postura del Gobierno es bien clara: quiere la paz. Lo malo es que a juzgar por los acontecimientos, no solo quiera la paz, (anhelada por todos), sino que la quiera a cualquier precio. La postura de ETA, también está clara: conocidas las intenciones del Gobierno, trata de obtener las máximas ventajas. Lo lamentable es que ETA no está dispuesta a hacer el esfuerzo que convencería a la opinión pública para que se produzca la ansiada paz, ya que no ha dado el paso decisivo que es declarar el alto el fuego irreversible y la entrega de las armas. A partir de ahí, se podría empezar a negociar, hacerlo sin estas premisas nos hace pensar que trata de conseguir la paz solamente como reclamo publicitario para ganar las próximas elecciones. No es extraño que el ciudadano se pregunte: ¿la paz, aunque sea a cualquier precio, como contrapartida para seguir en el poder? Si quieres leer un artículo, que merece la pena ser leído, que escribe en el Diario Montañés de hoy CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS, pulsa aquí.

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