05 junio 2007

UNA LEY QUE PERJUDICA A LAS MUJERES

La ley dice que los partidos políticos tendrán que confeccionar sus listas, a partir de ahora, en base a la exigencia reflejada de que las mujeres deben estar representadas en al menos un 40% de las mismas, salvo en las localidades de menos de 5.000 habitantes. 

 Entiendo que el Estado se excede legislando, hasta el extremo de perjudicar la libertad de elección de los partidos políticos, imponiendo un criterio sexista equivocado. Esta imposición que pretende proteger a las mujeres se ha vuelto en contra de ellas ya que ahora surge la razonable duda de saber cuántas de las candidatas son por méritos propios y, cuantas por el imperativo legal de tener que respetar unos porcentajes establecidos previamente. Otro de los inconvenientes es que si un grupo de mujeres tomase la iniciativa y decidiese formar un partido político propio (antes de la ley era posible), estas se verían obligadas a incorporar en sus listas obligatoriamente un 60 % de hombres.
Creo que se discrimina a la mujer cuando se la asigna un porcentaje de participación ya que ésta se encuentra perfectamente capacitada para alcanzar por sus propios medios el éxito personal, profesional o político sin necesidad de que la regalen nada, solamente por ser mujer.
Siguiendo un razonamiento tan válido como el aludido, se podía haber legislado por ejemplo, que el 40% de nuestros representantes políticos sean adultos, el 30% ancianos, el 20% jóvenes y el 10% restante parados. Con este criterio podíamos argumentar que no podemos privar a la sociedad de la fuerza y vitalidad de la juventud, de la experiencia de nuestros ancianos o dejar sin voz a un colectivo tan desprotegido como los parados. ¿Es que estos grupos no tienen el mismo derecho que las mujeres a tener su cuota de representatividad política en nuestra sociedad? ¿Quién defiende los intereses de otros grupos marginados tales como inmigrantes, gitanos, homosexuales, etc., si no tienen representación política propia?
Pienso que lo que aparentemente parece ser un éxito para la mujer, da lugar a dudas y sospechas. Es más, creo que se trata de una operación en la que a las mujeres se las utiliza, simulando una igualdad que no es más que una maniobra tendente a conseguir el poder total, dándoles luego las migajas, como pago por haber servido de cebo para conseguir el verdadero objetivo, que no es otro que ese ansiado poder.

A. José Salas en Cartas al Director de El Diario Montañés.