14 noviembre 2008

ES UN IMPERATIVO SOCIAL

Aparecía días pasados en estas páginas un artículo de D. Alejandro Sánchez Calvo bajo los titulares «Lo del coche oficial», diciendo en el mismo que «¡A quién se le ocurriría esto de los coches oficiales! Muy demócrata no podía ser. Porque lo cierto es que se trata de inútil lujo del que se sirven aquellos que entienden la política no como actividad representativa para mejorar la vida de la gente, sino como una forma de medrar socialmente».
Es una denuncia pública muy oportuna y necesaria, máxime en estos momentos, que me hizo recordar perfectamente algo muy digno de mención y bastante anterior a la notoriedad por parte de nuestro presidente Revilla con el alquiler de un taxi para trasladarse desde el Aeropuerto de Barajas hasta el Palacio de la Moncloa.
Hace ya una década se encontraba en serias dificultades de supervivencia la empresa en que trabajaba. Las medidas restrictivas estaban muy presentes y a la orden del día en cualquier decisión a tomar de régimen interno. El entonces director general, residente en Barcelona, aunque no era catálán, marchaba todos los fines de semana a su casa en avión y al llegar al Aeropuerto de El Prat tomaba un autobús urbano para trasladarse a su domicilio. Los lunes, a su regreso, me hacía entrega de los tickets del autobús para que tramitase el reintegro de estos gastos. Así lo hizo absolutamente todo el tiempo que estuvo dirigiendo una empresa de Los Corrales de Buelna, que fueron varios años. Habrá que añadir a todo esto que gozaba de buena posición social.
Actualmente estamos inmersos en una muy grave crisis económica que hace de lo más necesario la adopción de todo tipo de medidas encaminadas a mitigarla, y no digamos en cuanto a la eliminación de gastos superfluos. La utilización de suntuosos coches oficiales es uno de los principales exponentes de este tipo de gastos y que el erario público no debe ni tiene por qué soportar. Por tanto, considero, y estoy completamente seguro de que, como yo, la inmensa mayoría de los ciudadanos, que los servidores públicos en general, si realmente se sienten como tales, comiencen de inmediato a prescindir de estos vehículos y a eliminar gastos tan improductivos como imprudentes, un decisión con la que además del ahorro consiguiente darán también el necesario ejemplo por su parte. Es un imperativo social.
Paulino Laguillo en Cartas al Director, de El Diario Montañés.

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