14 diciembre 2008

FELIZ ANIVERSARIO CONSTITUCIONAL

Se han celebrado los primeros treinta años de la Constitución española. En esta ocasión con muchísimo menos nivel, al ser incapaces de reunir en el acontecimiento ni siquiera a la mitad de los presidentes de las comunidades autónomas. Comparado con los alardes y festejos de otros años, este aniversario presenta características muy claras de 'perfil bajo'.
Cuando estas cosas ocurren, suelen señalar o una absoluta normalidad con el engranaje constitucional o delata que algo funciona mal. La mayoría de los países no tienen la necesidad de celebrar los aniversarios constitucionales. Festejan a la nación, honran a su historia o a sus héroes y no precisan recurrir a ensalzar leyes, al darse éstas por sentadas. En España no es así. Aunque cargados de historia, si acudiésemos a festejar algún acontecimiento sería para echarlo sobre el adversario. ¿Cómo considerar actos patrióticos el descubrimiento de América, la victoria de Lepanto o el levantamiento del 2 de mayo? Ello provocaría reacciones acusatorias de colonialismo, de ofensa al mundo musulmán o de actitud anti europea. Todo políticamente incorrecto. Lo importante es venerar la Santa Constitución, como alguien homenajearía la Ley Hipotecaria o el Código Mercantil.
Releyendo en estos días la Constitución, ésta parece referirse a un país muy diferente al que vivimos. El Titulo Preliminar señala, una serie de puntos que llaman la atención, por su reiterado incumplimiento tras décadas de constante alabanza. El artículo primero, afirma que la forma política es la monárquica, lo que no es óbice para que en los últimos tiempos se cuestione desde diferentes ángulos con insultos y actos delictivos la figura del rey y la propia institución. Más adelante se dice que España es la patria común de las nacionalidades y regiones y se garantiza la solidaridad entre ellas, pero vemos como el concepto de español se diluye y cómo los presupuestos nacionales se elaboran en función de los apoyos políticos, casi siempre obtenidos por grupos que reniegan de su carácter español. El artículo tercero proclama que el castellano es la lengua española oficial, lo cual hoy día, es un sarcasmo en diversas zonas geográficas, donde no solo no se enseña, sino que se persigue o castiga el uso del mismo. El artículo cuarto define la bandera oficial, la cual se utilizará junto a las de las Comunidades Autónomas en actos y edificios públicos, pero esto constituye la excepción en muchas partes del territorio, donde debe ser impuesta por la fuerza de los tribunales de justicia o se esconde entre miles de enseñas locales. Más delante se afirma que la estructura interna de los partidos políticos será democrática, aunque exista un temor pavoroso a la libre elección de sus dirigentes por los afiliados. Y el artículo octavo afirma que el Ejército defenderá la integridad territorial, mientras desde varios foros se cuestiona esta misión de las fuerzas armadas. Por ultimo se proclama que corresponde a los poderes públicos promover la libertad e igualdad y remover los obstáculos para su participación en la vida política. como en el País Vasco, donde se ha permitido al terrorismo sentarse en las instituciones. Todo eso es el Título Preliminar de la Constitución. De los demás ya ni quiero hablar.
Es decir, que después de tres décadas de supuesta convivencia bajo el amparo de una ley común, ésta ha sido constantemente agredida desde muchos ángulos, incumplida en otros y cuestionada por muchos. Con este panorama, no es extraño que no esté el horno para bollos, ni el aniversario para especiales alardes.
Cuando hablamos del espíritu de la transición y fotografiamos a los viejos políticos que la redactaron, es inevitable comparar aquellos años con las actitudes presentes y la altura de los actuales protagonistas de la escena pública con las de otros tiempos. En Cataluña, Tarradellas y Pujol han dejado el paso a personajes como Montilla, Carod, Benach y Tardá. Aquellos ofrecían una imagen de estadistas, aún dentro de su sentimiento nacionalista. Estos, son la representación del sectarismo, de la insolidaridad, de la grosería, de la vulgaridad y del delito. En el País Vasco, sencillamente no es posible la convivencia democrática, con la connivencia de un nacionalismo que justifica la extorsión y el terror. En Galicia ha nacido un esperpéntico nacionalismo en otros tiempos inconcebible. En Baleares, en Aragón, en Navarra, en Canarias surgen movimientos localistas en búsqueda de identidades en una feria de arrebatacapas que pugnan por su propio beneficio a costa de todos.
Este es el panorama real de una España que aún debate sobre sí misma, donde su clase política centra su discusión en continuas reformas de estatutos autonómicos, mientras las gentes se preocupan por las dificultades económicas, claman por la reforma de una ley electoral injusta o piden penas contundentes contra el terrorismo.
Y entretanto, se brinda por la Constitución.
Javier domenech, en El Diario Montqñés.

1 comentario:

  1. España llora3:34 p. m.

    Considero que no se merece ninguna celebración una Constitución-Trampa que fue establecida por unos incompetentes e impresentables políticos, con el único objeto de contentar a todos, especialmente a los nacionalistas, independentistas y a las izquierdas rompepatrias que generaron la guerra incivil española.

    Nada hemos aprendido del desastre (sus causas) de la guerra incivil que hundió a España en la miseria ... igual que ahora.

    Ya lo dijo el sabio "Quien no conoce ni entiende a historia, está condenado a repetirla!... en ello estamos.

    Y lo triste es que una derecha acomplejada, que era lo menos malo que teníamos para arreglar los destrozos del PSOE, se haya echado en brazos de los enemigos de España, subvencionándoles y templando gaitas con ellos... mientras siguen rompiendo España.

    Y, en mi opinión, la causa es elemental: hemos dejado que eduquen-manipulen a nuestros niños las izquierdas y nacionalistas miserables, mientras los gobiernos de Aznar y Rajoy solamente pensaban en su silón y en el de sus amigos.

    Si nuestros niños hubieran seguido estudiando Formación del Espíritu Nacional y en Colegios como Dios manda, no habríamos llegado a donde hoy estamos.

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