25 julio 2009

PARA MEDITAR

Ingenua de mí, en su día llegué a creerme aquello de los dirigentes democráticos al servicio de la ciudadanía. Así que, harta de darme cabezazos contra el muro administrativo, acudí a la sede de la soberanía popular a contarle mi caso a nuestra Vicepresidenta. Allí, en los pasillos del Parlamento de Cantabria, Dolores Gorostiaga se comprometió a estudiarlo y a contestarme personalmente. Le conté el calvario que había pasado con los trámites de la Ley de Dependencia: había estado ejerciendo de «cuidadora no profesional» a tiempo completo en el hogar durante más de ocho años. La Ley de la Dependencia me venía como anillo al dedo. Nada más aprobada, acudí a los Servicios Sociales del SCS, no a los servicios sociales municipales, como erróneamente se publicó en el DM en una información sobre mi caso el día 3 de Julio, pág. 3] en el Centro de Salud de Laredo, en Enero de 2007. Y, sin embargo, me quedé sin prestaciones al fallecer mi anciana madre, en Agosto de 2008, ¡más de un año y medio después!
Luego, el peregrinaje por la Administración: recursos, reclamaciones, puertas en las narices, algunas buenas palabras,. ajo y agua (¡pleitea si te atreves!). La responsable directa de mis desgracias se me hace la víctima (el mundo al revés); y su jefa en Santander me da la razón en persona, pero después me deja tirada como a una colilla . Todo muy edificante.
Pasan casi dos meses, y Doña Lola no da señales de vida. Por si acaso se trata de un despiste, vuelvo al mismo escenario, el Parlamento, a intentar hablar de nuevo con ella. Me caí del guindo: no se trataba de un descuido. Con cara de circunstancias, me despachó en quince segundos, sin contemplaciones, con un par de evasivas: «sí, sí, ya te contestaré. » También ella, la supercampeona mundial de los derechos de las mujeres y de los más débiles, me iba a dejar en la estacada junto a una maraña de documentos (¡será por papeles!). Claro, no es lo mismo predicar que dar trigo; festejar por todo lo alto el Día Internacional de la Mujer con discursos grandilocuentes, que atender personalmente a una de carne y hueso en apuros. Eso de que todos (y todas) somos iguales queda muy bonito para los mítines, ¿verdad, señora Gorostiaga? Bla, bla, bla. ¿Y el señor Revilla, qué? Pues lo mismo: tampoco contesta a las peticiones de entrevista; a ver si a través de Buenafuente...
Pilar Talledo en Cartas al Director, de El Diario Montañés.

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