02 diciembre 2009

BUFONES DEL SIGLO XXI

El bufón fue un personaje, generalmente contrahecho y feo, de gran inteligencia e ingenio rápido, que servía en las cortes medievales y renacentistas para entretenimiento de reyes y nobles.
Hoy para entretenimiento de las audiencias, del público televidente, aparece un fenómeno consistente en que gente guapa o medio guapa o medio, sin más, de escaso ingenio o de ingenio deforme, que exuda vulgaridad y mal gusto, se convierte en carnaza de televisión, en bufones del siglo XXI. Venden sus exhibiciones de ignorancia, su cutre desparpajo, su indemostrada capacidad polvera y, mire por donde, 'hacen gracia'. Entretienen y por ello cobran dinero. En algunos casos mucho dinero.
Venden porque alguien les compra, todo hay que decirlo. Dos ejemplos de bufones televisivos puede ser en primer lugar, ese patético Pipi Estrada que de periodista deportivo anónimo ha pasado, tras dos relaciones esotéricas, a friki repleto de latiguillos previsibles en una carrera imparable hacia el país del ridículo.
Y en segundo lugar, esa señora llamada Belén Esteban por la que siento, de verdad, una profunda lástima. Sin más curriculum que una niña fruto de la relación con un torero y las desavenencias con el matador y su familia, contadas hasta la saciedad con el tono más barriobajero posible, se ha encaramado a lo más alto del podium de los bufones. En el caso de esta chica, con el agravante de que en algún momento de su vida tropezó con el cirujano plástico que operó a Frankestein o tropezó de narices con una puerta blindada. Cualquier día le darán un Ondas. 'Bufones del Siglo XXI': todo lo que han hecho en sus vidas cabe en un orinal oxidado.
Por cierto no les pregunten quien es el Doctor Barbacid a estos proyectos de juguetes rotos. 

[Alberto Vidal en Tribuna, de El Diario Montañés]

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