07 marzo 2010

PARA MEDITAR

EL FANTASMA DEL TREN
En un reciente y largo viaje en tren desde Santander encontré un fantasma. Pero no de sábana, como los de toda la vida. No. Ahora hay también fantasmas que visten traje y tienen móvil. Este fantasma -de edad terciadita- se dedicaba a narrar su vida en tono tan elevado que en un primer momento creí que tenía un megáfono metido en la boca. Mientras el tren avanzaba él hablaba y hablaba y todos le escuchábamos y escuchábamos de manera inevitable. Se explicoteaba -¡cómo no!- sobre sus negocios que, a pesar de la crisis, crecían sin pausa en beneficios. El menda nos pasaba por el morro a los demás que le iba chupi guay y que seguiría invirtiendo 'para aprovechar el momento'( no hay mal ajeno que por bien propio no venga). Pero como nunca llovió que no escampó, en un momento determinado -para sus oyentes, demasiado tarde- dejó de parlamentar. Y la plebe respiró aliviada. Dedicóse entonces a dormitar. Mecido por el traquetreo del tren se puso a roncar (sus ronquidos resultaban mucho menos molestos que sus estúpidos comentarios, of course). [+ información]

No hay comentarios:

Publicar un comentario