11 enero 2012

UN CASO TERRIBLE

Pey nos remite este dramático documento, a la vez que solicita nuestra cristiana misericordia, al relatarnos el siguiente drama personal:
A un hombre de unos 73 años le está entrevistando un periodista de “Callejeros” en un jardín.
El hombre entrevistado, muy apenado, se expresa del siguiente modo:
Soy hijo de exiliados.
Hasta los 27 años y poco antes de la transición no pude volver a España por culpa de Franco.
A mi padre, pobrecito, no sabíamos ni dónde enterrarlo.
Mi madre estuvo muchos años en silla de ruedas.
Ahora tengo 73 años.
Hace meses me quitaron el 30 % de un pulmón.
Mi mujer es inmigrante.
Tengo tres hijos con ella.
De los tres sólo trabaja una, la del medio,… pero no cobra nada.
Todos, incluidos los nietos, viven de mi asignación.
La mayor se acaba de divorciar.
Mi yerno se daba a las drogas y al alcohol y la ha dejado con dos niños.
El pequeño de mis hijos aún no se ha ido de casa y además se ha casado con una divorciada y la ha traído a vivir con nosotros. Esa señora antes trabajaba, tenía muy buen puesto, pero desde que vino a mi casa ya no hace nada.
Ahora tienen dos niñas que también viven bajo nuestro techo.
Y para colmo este año, con lo de la crisis, casi no nos hemos podido ir de vacaciones y si me apuras… ni he podido celebrar que España ha ganado el Mundial.
Para colmo, el marido de la mediana anda en líos con la justicia. Al enterarme me desmayé y casi pierdo un ojo al darme con una puerta…
El periodista pone cara de asombro y le espeta:
¡ pero, Majestad, no creo que su situación sea tan mala !