04 septiembre 2013

NADA Y TODO

Con motivo de un par de cartas aparecidas en la sección de Cartas al Director, del Diario Montañés, en las que se ofrecen opiniones encontradas, como podrás ver aquí, me he animado a dar la mía, que aparece hoy en la sección impresa de dicho diario, con los recortes normales por falta de espacio, pero que intento subsanar ofreciéndote la versión original:
Tengo mi forma de pensar sobre la pena de muerte, sin ser juez, ni abogado, ni reo. También concibo la desgracia de la guerra, viviendo en un país sin problemas bélicos y sin ser tampoco militar. De la misma forma tengo mi propio criterio sobre el aborto, a pesar de que habrá quienes no lo admitan, por ser hombre y no tener la capacidad de embarazarme, parir ni amamantar, pero con la certeza de que el varón sigue siendo, al menos por el momento, parte necesaria en el proceso de fecundación. Además, creo que en temas trascendentales como la vida o la muerte, que son inherentes al ser humano, cualquier individuo, con una inteligencia normal, algo de sentido común y con un mínimo de sensibilidad está capacitado para emitir un juicio.
Hay quienes en pleno siglo XXI teniendo la suficiente información acompañada de medios para evitar tener que llegar a tomar esa, entiendo que difícil determinación, en algunos casos, no han tomado las medidas oportunas, por lo que no les ha quedado más remedio que justificar el aborto como una operación equivalente a cuando se tiene un accidente, llegando a ‘cosificar’ e incluso a ‘ningunear’ al no nacido.
En contraposición para aquellos para los que el no nacido no es ‘nadie’, están las mujeres que quieren tener hijos y no pueden, para las que habría supuesto ‘todo’ y si las primeras no hubiesen interrumpido el proceso natural del embarazo, habría acabado siendo un maravilloso ser humano, al que estas últimas estarían deseando adoptar para darle todo su cariño.
Estamos traicionando a la Naturaleza, cuando el lugar que ha elegido como el más seguro para la concepción de un ser humano, como es el vientre de la madre, se ha convertido en uno de los más peligrosos del mundo, al sufrir más muertes que las que se originan en todas las guerras que ahora hay en el planeta, al que algunas personas e incluso naciones son tan sensibles, pero como los no nacidos no votan, no ejercen de insumisos ni se manifiestan y además no tienen petróleo, no suscitan ninguna intervención en su defensa.
A. José Salas

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