Difícilmente se puede pedir que confíen en uno, y que le sigan, , cuando aquellos sobre los que tiene poder ven que él gana más, que vive mejor y no manifiesta ninguna incomodidad ni signos de restitución, ni realiza algún sacrificio de vez en cuando. Nobles, políticos, médicos, profesores y coroneles de todo tipo deben cuidar que la gente no rabie y darle fundadas esperanzas, muestras de que se mantiene el ideal de igualdad. Y el estricto IRPF no basta para ello; se precisan detalles más visibles, no ostentosos, pero que se sepa que hay al menos intención de tener un poco de vergüenza. En ocasiones, parece esto quedar en suspenso, como en las sectas, donde el personal se halla como bajo hipnosis, o cuando vemos que el pueblo se emboba con cochazos y casas de lujo, de la prensa del corazón, que no hay nada menos revolucionario. Pero a largo plazo hacen mal los que tienen alguna sartén por el mango en abusar como quien no quiere la cosa; en no mostrar ninguna vulnerabilidad, y en creer que se va a seguir creyendo en ellos. No es práctico esto, ni propio de quien es capaz de sentir pena, que debería ser condición en un cargo público.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, del Diario Montañés.
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