04 noviembre 2014

LE SALIÓ EL TIRO POR LA CULATA


El domingo pasado tenía coche aparcado fuera del garaje, con la mala suerte de que a otro vehículo le falló el freno de mano y se empotró contra el mío.
Hasta aquí todo relativamente normal, ya que cada día hay más coches, tenemos más prisa, menos aparcamientos y lo que es peor …. menos vergüenza. Esto viene a cuento porque el infractor, que no estaba en el vehículo en el momento del suceso, cuando volvió y se encontró el panorama simuló actuar de forma cívica, poniéndome una nota en el cristal delantero pidiendo disculpas y facilitándome un número de teléfono al que me he cansado de llamar.
Quiso la suerte que hiciese un día precioso y en las terrazas que hay en el Grupo Amaro, que es donde sucedieron los hechos, había gran cantidad de gente que los presenció en directo, entre los que se encontraban dos conocidos míos, que no sabían que el vehículo siniestrado me pertenecía, pero que al verme aparecer para hacer uso de él, se ofrecieron voluntariamente como testigos, en el caso de que fuese necesario.
Tras agradecer su colaboración, que de momento pensé que no iba a ser necesaria, ya que tenía el número de teléfono de la persona que había provocado el incidente, abandoné la plaza camino de casa, donde pude comprobar que el teléfono citado no respondía a mis sucesivas llamadas.
Otra persona que presenció cómo el infractor escribía la nota, una vez que este abandonó el lugar, incorporó a la misma la matrícula del vehículo. Este detalle, la colaboración de los dos conocidos, la aparición de un tercero que había hecho fotografías del incidente y las gestiones de investigación casi policial, hicieron que pudiera reunir todas las pruebas para que, a través de mi seguro, se solucionara el tema y el individuo se haga cargo de los gastos.
De todo esto he sacado como enseñanza que, además de tener buenos amigos, para combatir a los caraduras hay que tener pruebas y en este caso resultaron vitales el añadido que hizo a la nota uno de los espectadores y las fotografías del mismo donde, en una de ellas, aparece hasta la matrícula.
Esperemos que a los caraduras que actúan así les siga saliendo el tiro por la culata, como le ha pasado a este.