27 diciembre 2015

INMOLACIÓN

Se habrán preguntado seguramente si hay mucho fanático dispuesto a matarse matándonos a cuenta del ideal islámico. Yo no lo sé, pero el número de ellos bien puede ser creciente, por mucho que en general el ser humano quiera vivir, sean cuales sean sus creencias.
Número creciente porque en esto del suicidio (pues como tal cabe entenderlo) se dan las modas y efectos imitativos que encontramos en cualquiera otra actividad, tan pobre es el ser humano. Y a ello hay que sumarle el fenómeno, de probable existencia, del llamado suicidio inconsciente, que consiste en que más de uno anda ya por ahí tratando de quitarse de en medio aunque sea poquito a poco, por no estar muy contento con eso del vivir, para lo cual anda recurriendo al alcohol, el tabaco, la conducción temeraria, y también a alistarse a una causa que justifique, adorne al menos, la miseria de matarse por no tener mejor cosa que hacer. Y es que para algunos, como dijo el viajante de Arthur Miller, llega un momento en que vales más muerto que vivo. Pero lo que sí sé, en fin, es que ésos que se matan, tienen de bueno que ya, al menos, no vuelven a matar.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, del Diario Montañés

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