Se oye decir a veces, sobre todo a gente de la enseñanza, que a la escuela se dirige todo tipo de nuevos cometidos educativos, cuando resulta que ya está sobrecargada y que las familias no cumplen bien con su función de educar, en la que deben ser las primeras. Pero también lo contrario es cierto: los docentes a veces no se hacen cargo de lagunas educativas de cierto calado, que yo creo que sí les competen. Conocí un colegio donde los niños abucheaban las actuaciones de sus compañeros y, al comentarlo yo a un maestro, dijo: “Si no vienen educados en eso, no lo vamos a hacer nosotros”. Razones por las que, supongo, no se hace: falta de tiempo o de formación, no verle la importancia, pensar que no es tarea suya, augurarse un chasco con la familia …. Sé que normalmente se hace, o se intenta; pero es una pena que esto esté al albur de la interpretación, o la voluntad, de cada maestro, de cada equipo. Se crean así unas diferencias que son luego no enriquecedoras sino disfuncionales para la sociedad. No deja de ser propio de un país un poco fallido, esta excesiva indefinición respecto a en qué, con qué criterios y a quién corresponde educar. Estoy leyendo ahora un libro sobre Finlandia y allí parece estar más claro.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés
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