Siempre hubo quien escribía libros, soñaba imperios o recitaba aleluyas al pueblo. Aludo con ello al impulso, o la misma especie de optimismo que podemos encontrar también a veces en colgar una serie de vídeos, en instalar artilugios en el jardín, recoger un papel de suelo, o querer operar gratis a gente pobre. Hay quien demuestra pasión civilizatoria bailando semidesnuda, o quien disfruta incluso arreglando un cadáver. ¿Qué fuerza lleva a algunos a desarrollar acciones como de enamorado, actos creativos que llevan implícita, digamos la presencia de una comunidad receptiva, inspiradora y retroalimentante, que seguramente no existe en realidad ni existirá? Se ha hablado de autorrealización (A. Maslow), de “fluir” … Pero ese enfoque se centra en el sujeto, no en el mundo que este tiene, en el fondo, expandir, compartir, contribuir (con otros a ser posible) a enriquecer. ¿Tiene nombre esa fuerza? Parece haber culturas que están más cerca de dárselo, si bien otras a penas valoran la tendencia a que me refiero; estas, no extraen el sentido de vivir de ningún reino “fantástico”. Parecidamente como en literatura se ha hablado de realismo español, hay culturas que parecen vivir satisfechas con el statu quo.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés
Ruego que si alguien ha sido capaz de descifrar el significado de esta serie de palabras pomposas, enlazadas en frases, en las que también incluye una cita, que por favor lo traduzca y lo incluya en un comentario para que al menos yo pueda entenderlo.
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