Luis y Ludy tienen dos hijos de Erasmus; Carolina en Roma y Quique en Budapest. Como querían hacerlos una visita para constatar personalmente la situación en que se encontraban ambos, nos ofrecieron a Luis y a Mariola, y a Laura y a mí, la posibilidad de acompañarlos para hacerlos más ameno el desplazamiento. Como la amistad está precisamente para ayudar a los amigos cuando lo necesitan, y la ocasión la pintan calva, nos sentimos en la “ineludible” obligación de acompañarlos en tan “penoso” viaje.
No había pisado casi el aeropuerto de Santander cuando ya estaba yo a la caza del corraliego viajero, cuando me di cuenta de que no era necesario buscar más, porque uno de los Luises, concretamente Luis Ignacio Álvarez, el padre de los Erasmus, es natural de San Felices de Buelna, por lo que cesé en mi empeño de buscar algún corraliego más que contribuyese a seguir agrandando esa leyenda que pregona que cuando haces un viaje te encuentres a alguien del valle de Buelna durante el mismo.
Nuestra estancia ha sido de lo más gratificante, habiendo disfrutado de un excelente tiempo primaveral, poco acorde con la época en que nos encontramos, pero que contribuyó a que pudiésemos disfrutar más de nuestra estancia en ambas ciudades.
Como en Roma ya habíamos estado y nos resultaba más conocida, nos centramos más en conocer Budapest y quedamos gratamente impresionados ya que cuenta con varios sitios, casi siempre a orillas del romántico Danubio, que son Patrimonio de la Humanidad, entre los que se incluyen, el barrio del Castillo de Buda, la avenida Andrássy o la Plaza de los Héroes, la Sinagoga Judía y el impresionante edificio del Parlamento.
Estuvimos también en las basílicas de Matías y San Esteban, el Mercado Central y en el Bastión de los Pescadores, todo ello bajo un clima prenavideño, especialmente en la famosa calle Váci Utca, que destacaba por su iluminación y estaba repleta de múltiples puestos con artesanía, dulces y otros productos típicos, entre los que destaca el famoso vino caliente.
Como complemento gastronómico añadimos un café en el famoso New York Café y un romántico paseo nocturno por el Danubio, con cena incluida y música, dónde los músicos iban por la distintas mesas interpretando las melodías solicitadas por los comensales.
En definitiva, ha sido un viaje muy agradable y en una excelente compañía, que mereció la pena realizar.
Cuenta esta ciudad con el aditamento de estar ligada a Los Corrales de Buelna, ya que Ángel Sanz Briz, conocido cono el Ángel de Budapest, fue un diplomático español que salvó de la muerte unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionandoles pasaportes españoles, siendo reconocido por Israel como Justo entre las Naciones, estaba casado con una corraliega: Adela Quijano Secades
Cuenta esta ciudad con el aditamento de estar ligada a Los Corrales de Buelna, ya que Ángel Sanz Briz, conocido cono el Ángel de Budapest, fue un diplomático español que salvó de la muerte unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionandoles pasaportes españoles, siendo reconocido por Israel como Justo entre las Naciones, estaba casado con una corraliega: Adela Quijano Secades
¡¡¡ Bravos chicos/as, que sin más preámbulos tomáis la mochila y os vàis a "controlar" a los "Erasmus"... que es la disculpa para daros una vuelta por Europa con los amigos !!!
ResponderEliminarNota: El mejor termómetro de la temperatura del bienestar de España, es ver cómo viven nuestros jubilatas en su jubileo... dicho lo cual y ante las evidencias ¡¡¡ España va bien !!!
Entiendo que hacen muy bien estos jubilados en recrearse, ya que trabajaron toda la vida, y seguro que los ha quedado una buena pensión, de lo cual me alegro, pero de ahí a llegar a la conclusión de que España va bien hay un largo trecho jalonado de muchos parados y jóvenes que han tenido que emigrar porque aquí no se los garantiza un trabajo estable con un sueldo digno.
ResponderEliminarEsta otra parte no ha sido valorada (o no le ha interesado valorar) por el Otro Jubilata, al que solamente la ha faltado decir vota al PP.
Como siempre, cada uno ve la vida con el color del cristal con que se mira, habiendo algunos que no tienen incluso inconveniente en mirar para otro lado.