Los defensores de la igualdad han actuado con ensañamiento, premeditación y alevosía con Javier Orbe Cano, yendo a por el más débil e indefenso, siendo injustamente usurpada su identidad, al cambiar el nombre del instituto. No llamarse José María Pereda, ni Menéndez Pelayo, ni Leonardo Torres Quevedo, ni Gerardo Diego …., ha jugado en su contra, ya que en ese caso no se habrían atrevido a hacerlo.
No creo que ahora este tipo de acciones proliferen y que centros que estaban dedicados a Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, García Lorca ….., sean sustituidos por otros nombres, producto de la tiranía de las minorías mayoritarias en las que votan solamente ellas, para que así salga lo que quieren. Sería impensable que, alegando demagógicamente que se favorece la integración, un centro en el que fueran mayoría los musulmanes sustituyera, votando solamente ellos, el nombre de Severo Ochoa por el de Muhamed VI, por poner un ejemplo.
El haber sido Javier pieza clave en la construcción del centro le ha servido de poco, porque la sociedad actual olvida pronto y tiene otra escala de valores.
Han conseguido también dejar en evidencia a María Telo Núñez, que fue una jurista honesta e inteligente que luchó por los derechos de la mujer y que nunca se la pasó por la imaginación que a alguien se le ocurriera la torpe idea de apagar la trémula llama de Javier, para agrandar el brillo de la de ella.
María nunca aceptaría medrar en detrimento de nadie, entre otras cosas porque no lo necesitaba, pero las circunstancias la han puesto en esa incómoda situación en la que ella no solamente no es culpable, sino que nunca habría consentido que eso sucediese, por ética, por respeto a la historia y a la propia mujer.
A.José Salas, en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
SUMO MI VOTO.
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