08 septiembre 2017

CARTA A LOS GILIPOLLAS ESPAÑOLES

Un día, unos padres que se habían jugado el tipo para que sus hijos pudieran estudiar algunas horas en español, además de en catalán, decidieron abandonar Sabadell. Ganaron ese derecho en los tribunales después de años de litigio y un gran desgaste personal. El Constitucional también les dio la razón. Las sentencias no se cumplieron nunca. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, una madre denunció que los manuales de Ciencias Sociales del colegio de su hija en Reus tergiversaban la historia, adoctrinando a los niños en el nacionalismo e incubándoles aversión hacia el resto de España. No se sabe qué ocurrió -siquiera si los hubo- con los informes de los inspectores del Ministerio de Educación. Las autoridades españolas consintieron.
Un día, TV3, la televisión pública catalana, contraviniendo la ley de canales autonómicos, comenzó a emitir fuera de su territorio con el propósito evidente de extender en Baleares y la Comunidad Valenciana la idea de los "países catalanes". Las autoridades españolas consintieron.
Un día, la Generalitat catalana comenzó a abrir embajadas en el extranjero dentro de su ambicioso plan para dotarse de estructuras de Estado, aun a costa de detraer recursos de servicios públicos fundamentales para los ciudadanos. Hoy esas embajadas hacen de altavoz del independentismo por todo el mundo. Las autoridades españolas consintieron
Un día, ayuntamientos catalanes decidieron retirar los retratos del Jefe del Estado y las banderas constitucionales, y pasaron a colgar la enseña independentista. Había llovido desde que los presidentes del Gobierno hablaban catalán en la intimidad y consideraban que el concepto de nación era discutido y discutible. Las autoridades españolas consintieron
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