05 octubre 2018

DEMASIADA LIBERTAD

Hay un dicho: cuidado con lo que deseas, que puede llegar a hacerse realidad. Frente a él, Charles Chaplin reivindicaba "la deliciosa libertad de equivocarme". Pero a veces los riesgos son demasiado grandes, o se tarda demasiado en aprender a elegir bien. La libertad, la de elección y la de liberación, deberían acompañarse de unas circunstancias que nos eduquen para elegir bien; la libertad, a veces, es demasiada. El problema es que sólo Dios podría definir cuándo empieza a ser demasiada; sólo él podría diseñar la formación perfecta para no elegir caminos catastróficos.
¿O no hace falta tanto como ser Dios?... Me vino bien hacer la mili, por mí mismo no habría aprendido a respetar y oír con naturalidad el acento andaluz; convivir con tipos que por mi voluntad nunca habría elegido, conocer la realidad de la población española, para mí sólo fue posible en aquel "año perdido". Hay regímenes comunistas que obligan a los chicos finos a trabajar con labriegos para formar su sentido de la igualdad; hay algo aprovechable en eso. Igualmente, puedo decir que oí a unas chicas comentar de otra amiga, embarazada, que iba a parir por cesárea; "mejor, así no se entera", fue el comentario. Las matronas se alarman cuando ven muchas cesáreas, pero la libertad humana tal vez nos llevaría a la cesárea por defecto. Nos apenamos de un niño que llora al verse obligado por su padre a estudiar violín; el niño no tendría tanta pena de sí mismo si supiera cuántos críos africanos firmarían por tener su vida, con violín obligado incluido. Tendemos a vivir en una burbuja, a hacernos nuestra burbuja. Un meteorito que nos la rompa de vez en cuando no viene mal.
¿No decimos a veces que la naturaleza es sabia? Las condiciones en que se ha desarrollado nuestra especie, han sido muchas veces de flagelante frustración. Las contrariedades de la vida, suprimidas, configurarían un entorno bien diferente del que evolutivamente nos ha hecho ser lo que somos. No hay nada más natural que una voluntad contrariada, frustrada de vez en cuando. Y, aunque desde el punto de vista del derecho, en principio nadie debería poner cortapisas a la voluntad de otro, desde el punto de vista del sujeto viene a ser lo mismo, si la contrariedad proviene de un agente humano o de un factor impersonal.
Adolfo Palacios González, corraliego residente en Santander, en Cartas al Director de El Diario Montañés.

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