Hace unos pocos meses, Blanca Ruiz se fotografiaba junto a la cruz del Aneto, como lo hacen al cabo del año miles de montañeros. A simple vista era una más. Sólo a simple vista. Lo que la hacía diferente estaba debajo de su chaqueta y de su forro polar; incluso de su piel y de su caja torácica. Blanca respiraba agitada con los pulmones que un donante anónimo le “regaló” hace una década.
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Otro enlace de interés:
https://valledebuelna.blogspot.com/2018/10/el-sueno-de-blanca.html
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Pues uno se emociona, viendo a Blanca y pensando su anónimo y generoso amigo/a...
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