19 mayo 2019

LEALTAD FAMILIAR

Habrá quien recuerde con nostalgia la vida familiar de antaño, pero a veces se idealiza. Claro que el cambio ha sido grande en las últimas décadas: antes pasábamos horas, y hacíamos muchas cosas, con gente de la familia, simplemente porque lo eran. Ahora el que alguien sea pariente no es significativo, la afinidad puede encontrarse en cualquiera. Y la tele, se dice, ha disuelto las pláticas familiares, ha vuelto los hogares mudos. Pero hay que ver que antes aguantábamos a auténticos pesados, o a gente que nos manipulaba o nos trataba mal; la tele ha sustituido esos momentos de malestar reprimido por otros más llevaderos, es la excusa para estar sin estar. Y el coche, permitió una movilidad que nos abrió horizontes, lejos del control de los allegados; a todos un poco de evasión nos viene bien, y ahora el antiguo ambiente familiar (no digamos la primitiva tribu, a la que en ciertos aspectos aún tendemos) se nos haría agobiante. El caso es que, cuando vienen aquí los africanos, dicen que les choca que hacemos muchas cosas sólos. También en EE. UU., cuando abrieron los primeros locales de comida rápida, a algunos les parecía inmoral que la gente comiera sola... Y, por otro lado, consideremos también que los pesados, los ancianos, los sosos y gente sin atractivo, necesitan alguien que "por deber familiar" crea que debe permanecer con ellos.
Adolfo Palacios en Cartas al Director, de El Diario Montañés.

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