26 septiembre 2019

LA CIENCIA Y LA EDUCACIÓN

"A mí dame gente de ciencias", decía un profesor mío, y siempre he pensado que tenía razón. Hay algo que no se suele decir, pero es que, el que se dedica a alguna ciencia, tiene capacidad (y suele ser que afición) de abordar también alguna otra cosa como el derecho, el arte o la filosofía; mientras que al revés no lo vais a encontrar: alguien de filología o sociología que comprenda la física en sus ratos libres. Y es importante, para una región, para un país (y para el mundo) que la gente sea de ciencias. Que es lo que no solemos ser, aquí por ejemplo. El espíritu científico conviene hasta para mejorarse como camareros y como hosteleros, no es broma. Y le damos vueltas a conceptos y experiencias educativas globales, por proyectos y tal, con la intención de que en el aprendizaje todo ha de ir unido, interdisciplinar, pero eso sería válido si el profesorado, y el alumnado, tuviera ya en sí, culturalmente, un buen bagaje, y unas inquietudes, científicas. Pero no se puede pretender hacer buena enseñanza (y no podemos aspirar a tener ningún futuro, dejemos ya de engañarnos) si todos los implicados no han sentido y apreciado, en la base de sus vidas, el sabor de la ciencia. Lo siento por las humanidades, por el latín... Pero es que, en realidad, ¿qué facetas del saber funcionan bien en España?, todas viven relegadas, menos la gastronomía y el fútbol. Y la ciencia, la primera.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés.

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