04 abril 2020

AGUSTÍN Y MARGA: DOS CORRALIEGOS CONFINADOS EN MADRID

Madrid 4 de abril de 2020 Era coronavirus - año 2020 – 04/04 - segundo mes - vigésimo primer día- del (confinamiento)
Espero que todos estéis bien. Nosotros lo estamos, al menos de momento. Marga lo tiene más complicado. Está en el Clínico, como siempre, pero ahora en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con 11 coronavirus con respiradores y eso cansa y estresa más, bastante más, que su trabajo de antes en la Unidad de Reanimación Post Anestesia (URPA). Ahora, en el hospital, allí dónde se puede, se monta una UCI y el personal se adscribe a ese nuevo servicio. Es la prioridad.
Además del aumento del trabajo, tanto en la dimensión física como en la emocional, también se ha incrementado el riesgo, pero eso —yo al menos— no percibo que lo sienta.
Lo que sí percibo es la alegría que sienten —siempre habla en plural y no es mayestático— por los logros conseguidos.
Antes de ayer —Era coronavirus - año 2020 – 02-04 - segundo mes - decimonoveno día - del (confinamiento)— dieron tres altas y llegó a casa con una sonrisa de oreja a oreja y la verborrea de detalles del acontecimiento por bandera.
Yo, por el contrario, lo tengo mucho fácil. Llevo trabajando en casa desde que se promulgó el decreto de Alarma y mi cansancio viene más de la monotonía, y el estrés ―el inicial, que ahora ya no lo sufro― tenía que ver con el período de adaptación al teletrabajo —que yo, hasta ese momento, pensaba que era trabajar viendo la tele — y el acopio de resiliencia para ser capaz de superar la frustración que me producía mi inutilidad para manejarme con las herramientas digitales.
Ante estas diferencias, más que notables, entre actividades que contribuyen a salvar vidas con esfuerzo, sudor, lágrimas y asumiendo bastante riesgo, y otras en las que el esfuerzo se puede reflejar en algún tirón en un dedo de tanto apretar teclas, el sudor, solo puede obedecer a una temperatura demasiado alta en el termostato de la “cale”, las lágrimas, a la emoción que pueda producirte alguno de los innumerables mensajes que inundan tu “guasap” y el único riesgo que se asume, proviene del incremento de la probabilidad de padecer enfermedades coronarias debido al sedentarismo y al incesante paseo hasta la nevera para efectuar catas repetitivas de su contenido, lo único que cabe decir es, parafraseando la frase dedicada a los mirones en el mus: los de fuera dan tabaco … y aplauden a las ocho. Y es lo que hago.
Este relato sobre la alteración que ha provocado la pandemia en nuestra vida cotidiana y de la que está suponiendo, también, y en demasiados casos trágica, para millones y millones de personas, me ha hecho pensar —y eso que no me tocaba, pensar, digo— y he llegado a una conclusión, yo diría que obvia, pero no necesariamente evidente, que aún no sé cómo calificar.
Desconozco cuanto ha influido en la gestación el persistente aporreamiento de teclas, una temperatura demasiado alta en el termostato, algún colapso del “guasap”, el choque sensorial que produce una nevera esquilmada o una combinación de todas esas circunstancias, pero he llegado a la conclusión de que hemos entrado en una nueva era cronológica. En cronología, era, se define como el cómputo de los años a partir de un acontecimiento importante para una civilización, o periodo histórico marcado por un personaje o hecho.
Hemos entrado en la Era coronavirus.
A partir de estos momentos, todos, sin excepción, independientemente de nacionalidad, raza, sexo, color o religión, situaremos nuestro discurrir por la vida con dos siglas similares —aunque en este caso, ambas en minúscula— a cómo venimos situando los cristianos, los acontecimientos con perspectiva histórica de amplio espectro. Sucesos acaecidos a.C o d.C.
A partir de ahora, para situar acontecimientos, también de amplio espectro, pero más recientes en el tiempo, utilizaremos las siglas a.c. (antes del coronavirus) o d.c. (después del coronavirus), con un paréntesis intermedio que denominaremos (confinamiento).
Ser conscientes de la nueva era que vivimos es el primer paso para superar o minimizar todos los problemas que está acarreando y, sobre todo, aprovechar las oportunidades que nos traerá. Cuesta imaginarlo en estos momentos, pero sin lugar a duda, del aprendizaje que estamos sufriendo saldrán iniciativas que contribuirán a mejorar nuestra calidad de vida.
Para ayudar en la identificación de amenazas, oportunidades, errores y aciertos es necesario situar cada hecho en la estructura cronológica que define la nueva era.
De esa manera, ahora que la información y la opinión, las noticias falsas y las fakes, se mezclan y el aluvión de impactos mediáticos colapsa nuestro “disco duro”, podremos ampliar la visión, enlazando, de una manera más sencilla, el acontecimiento y sus protagonistas con el momento y contexto en que se ha producido ayudando a nuestra memoria a recordar y a nuestro cerebro a cribar, comparar y analizar todo lo sucedido en estos períodos convulsos de una manera racional y sinérgica, ayudándonos a tomar mejores decisiones.
Y, aquí es donde apareces tú, José, el principal proveedor de información, opinión y divertimento cotidiano del mundo mundial.
Eres, por tu constancia, cotidianeidad y alcance, la persona ideal para que vayamos interiorizando la estructura cronológica de la nueva era y seamos partícipes de los beneficios que esa interiorización proporciona.
¿Cómo puedes hacer eso?
Es fácil. En todas las informaciones que nos envías cada día, incluye, además de la datación convencional, la de la nueva era.
Un abrazo y hasta mañana, domingo 5 de abril de 2020
Era coronavirus - año 2020 – 05-04- segundo mes – vigésimo segundo día - del (confinamiento)
Marga Cabrero y Agustín Ruiz

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