Revilla ha hecho una llamada a instarnos unos a otros a usar la mascarilla, y en principio no me parece mal. Peor me parece la situación que vivimos con la cultura de este país, donde parece que todo el mundo pasa de todo. Y se justifica a veces con el temor a recibir "una mala contestación", cuando a veces lo que pasa es simplemente que el otro se ha olvidado de ponérsela. Hace 30 años fui a una excursión a Austria, en autobús, y cuando íbamos a volver descubrimos que un ciudadano nos había denunciado por exceso de emisión de humos del vehículo. Me pareció bien. Cierto es que habrá gente que sean unos "justicieros", y que la labor de control mutuo no debe ser sustituta de la que debería hacer una Policía más presente y numerosa. Pero, por una parte, sabemos que por muchos policías que haya nunca van a ser suficientes, y por otra, la llamada de Revilla no es comparable a animar a la formación, por ejemplo, de "brigadas" antiocupación de viviendas. Desde que empezó lo del virus no he visto a nadie llamar la atención a otro, eso tampoco es normal. Un país no funciona si se deja todo en manos de los que "para eso les pagan".
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