Este año hemos tenido una nueva aventura en Madrid cuando hemos acudido a buscar a nuestro hijo para que pase estas fiestas familiares en casa. Era lo normal, dadas las peculiares circunstancias que se dan este año, agravadas por la sinrazón de las decisiones de nuestros políticos.
Para llegar allí, además de encontrarnos sol, lluvia y niebla, hemos tenido que pasar por varias comunidades autónomas, donde en cada una rigen unas normas distintas, tratando de atajar el mismo problema. Mientras en unas de ellas pueden reunirse familiares y allegados, en otras solamente familiares. En unas el toque de queda habitual es a las 10 y en otras a las 12. En unas no se puede acceder al interior de bares y cafeterías y en otras sí. Para entrar en Madrid se nos ha exigido un modelo de declaración responsable, firmado, explicando las personas, los motivos y la dirección de quienes son objeto de nuestra visita. En unas se permite un máximo de 10 personas en las celebraciones familiares propias de estas fechas, mientras que en otras es de 6.
Este año habíamos decidido ir y volver en el día, para evitar problemas, pero una inesperada avería en el coche nos hizo retroceder a Los Corrales para tratar de remediar el problema. Como hasta por la tarde no se pudo solucionar, cambiamos de plan sobre la marcha. Como llegamos por la noche, pernoctamos allí y volvimos el día siguiente.
Nos dio tiempo a visitar la iluminación de Madrid, especialmente la que este año causa furor. Se trata de la del lujoso hotel Four Seasons, que es la que aparece al comienzo de estas líneas.
Posteriormente nos hicimos otras en lugares más típicos, como son la Puerta del Sol y el Congreso de Diputados.
Este año en el que quien más quien menos ha padecido alguna penalidad derivada de esta situación que estamos viviendo, mi deseo para el año próximo es que esas penurias se transformen en felicidad, en igual o mayor proporción a las situaciones sufridas.
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