La desaparición de idiomas es una pérdida para lo académico, pero no representa nada grave para la mayoría. Las poblaciones han vivido, y han construido sus culturas, a través de los siglos, con una única lengua como medio de comunicación, quizá sin sospechar que había otras. Además, los idiomas tienden a producir variedades, dialectos. No tiene sentido mantener idiomas residuales y sin futuro, sólo por un prurito romántico o identitario, cuando se puede favorecer una homogeneidad lingüística que traerá más beneficios. La riqueza puede venir por muchos otros factores. Los idiomas en desaparición deben documentarse, pero no servir para entorpecer; la mayoría de la gente deberá dedicar el tiempo escolar a contenidos más provechosos. ¿La educación debe mirar sólo al futuro, entonces?, ¿tiene sentido seguir enseñando la música de Bach? Sí lo tiene, no es el mismo caso. Bach, como el Panteón o los trajes regionales, son referencias para que el criterio no decaiga, y guiar la producción venidera.
Adolfo Palacios en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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