He visto este vídeo y me he acordado inmediatamente de que ya en un capítulo de "Crónicas de un pueblo" se transmitía ese mensaje, pues hay una escena en que el maestro le pregunta a un alumno (un alumno de los más listos de la clase) si puede decirle algún trabajo que sea poca cosa, sea vergonzoso tenerlo o que no sirva prácticamente para nada; y el niño responde "Es que usted hace la pregunta con trampa; porque los trabajos valen todos lo mismo". A lo cual, el maestro, le dice: "Es verdad, has acertado que la pregunta iba con trampa, pues no hay trabajo indigno". Y recuerdo que, ya cuando yo tenía como cuarenta años, hablé con un español que estaba aquí de vacaciones, pero que llevaba unos años trabajando en Alemania, y hablaba muy bien de lo organizado y lo limpio que estaba todo allí, y yo le pregunté al cabo de un rato: "¿Y en qué trabajas?", y vi que sentía vergüenza de decir la verdad, y dijo, no sin esfuerzo: "En la basura". A lo cual le dije que era un trabajo muy necesario, y me acordé de aquello de "Crónicas de un pueblo", y sufrí por aquel hombre que sufría por cosa tan tonta, pues simplemente cambiando su esquema mental podría decir su trabajo sin necesidad de pasar un mal trago. Pero, en fin, yo no sé si algunos pensarán lo mismo de quienes trabajan en una clínica de abortos, o si otros pensarán lo mismo de quienes trabajan en una fábrica de armamento, o si otros pensarán lo mismo de quien trabaja de prostituta en Ámsterdam... Hay gente, incluso, que piensa mal (estoy pensando de algunos del Movimiento Cultural Cristiano, o de la CNT) de nosotros los maestros; en los primeros tiempos del cristianismo, decía Julián Gómez del Castillo, los enseñantes eran considerados enemigos del pueblo, cipayos del Imperio. Son dudas que tengo, yo, también, desde casi aquella época de "Crónicas de un pueblo".
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He visto este vídeo y me he acordado inmediatamente de que ya en un capítulo de "Crónicas de un pueblo" se transmitía ese mensaje, pues hay una escena en que el maestro le pregunta a un alumno (un alumno de los más listos de la clase) si puede decirle algún trabajo que sea poca cosa, sea vergonzoso tenerlo o que no sirva prácticamente para nada; y el niño responde "Es que usted hace la pregunta con trampa; porque los trabajos valen todos lo mismo". A lo cual, el maestro, le dice: "Es verdad, has acertado que la pregunta iba con trampa, pues no hay trabajo indigno".
Y recuerdo que, ya cuando yo tenía como cuarenta años, hablé con un español que estaba aquí de vacaciones, pero que llevaba unos años trabajando en Alemania, y hablaba muy bien de lo organizado y lo limpio que estaba todo allí, y yo le pregunté al cabo de un rato: "¿Y en qué trabajas?", y vi que sentía vergüenza de decir la verdad, y dijo, no sin esfuerzo: "En la basura". A lo cual le dije que era un trabajo muy necesario, y me acordé de aquello de "Crónicas de un pueblo", y sufrí por aquel hombre que sufría por cosa tan tonta, pues simplemente cambiando su esquema mental podría decir su trabajo sin necesidad de pasar un mal trago.
Pero, en fin, yo no sé si algunos pensarán lo mismo de quienes trabajan en una clínica de abortos, o si otros pensarán lo mismo de quienes trabajan en una fábrica de armamento, o si otros pensarán lo mismo de quien trabaja de prostituta en Ámsterdam... Hay gente, incluso, que piensa mal (estoy pensando de algunos del Movimiento Cultural Cristiano, o de la CNT) de nosotros los maestros; en los primeros tiempos del cristianismo, decía Julián Gómez del Castillo, los enseñantes eran considerados enemigos del pueblo, cipayos del Imperio. Son dudas que tengo, yo, también, desde casi aquella época de "Crónicas de un pueblo".
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