En "Los santos inocentes" vemos cómo al señorito le cuesta aceptar que su criado está lesionado y que ello le obliga a cambiar su costumbre de salir de caza. Son necesarias muchas adversidades en la vida, y un talante proclive, para aceptar un régimen vital de "valle de lágrimas" como el que dicen que se tenía asumido en la Edad Media, o en nuestra posguerra. En la situación de pandemia actual, esa resistencia a tomar como real que no podremos desarrollar en esta vida nuestra identidad de "señoritos", juega sin duda un destacado papel en el remolonear con las restricciones, y por ende en la mejora de las cosas. Importante, pues, educar a los niños en la humildad y la aceptación. Difícil, en una sociedad que ya no es de ciudadanos sino de consumidores.
Adolfo Palacios en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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