Antes de seguir con la lectura de esta carta, por favor, deténgase 30 segundos a mirar un punto fijo en la pared. Su cabeza no dejará de funcionar, todo lo contrario, es probable que lo haga a mayor velocidad pero en una dirección que hasta a usted mismo le asuste. Posiblemente todos sus miedos frustraciones y porqués aparecerán juntos, apelotonados para aterrorizarle. Imagínese eso durante horas, semanas o meses en la más triste soledad. Así es como se siente una persona hospitalizada por covid. Durante esa terrible estancia la esperanza no la tiene uno mismo, se la traen en cápsulas o por vía intravenosa. Pero lo mejor no es el mensaje, es el mensajero: persona que, aunque llevando más de 13 meses viviendo a diario las desgracias del ser humano y poniendo en juego sus propias vidas, sonríen y bromean, atienden y distraen, dan esperanza, afecto y humanidad, vamos, lo que vulgarmente llamamos vida. Desde aquí mi más profundo agradecimiento a ‘todo’ el personal del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
Arístides González-Quijano en Cartas al Director, de El Diario Montañés
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