Este cine, se situaba en el edificio que encontramos en la rotonda de la Avenida Cantabria en dirección Sur, donde se encuentra el monumento a Amnistía Internacional. Edificio que tiene al lado Sur, la antigua casa de Felipe Ansorena, conocido por todos los vecinos como Lipe “El Confitero”. En su lado Norte, estaba una carpintería de ataúdes propiedad de Oyarbide. En la zona Oeste, se encontraban las cuatro casas que actualmente existen, transformadas, pero bien conservadas. Quizás lo relevante de estas casas, punto de referencia, sea que allí se encontraba la zapatería Boada, donde vendían zapatos y fundamentalmente, los reparaban. No eran tiempos para cambiar de zapatos, según nos indicaran los anunciantes, sino de seguir el criterio de la necesidad y de la disponibilidad económica. Al Este, nos encontramos con la plaza del Conde de Mansilla, con un arco de piedra, que permite el acceso al cine por la parte de atrás. Era un lugar de fácil acceso desde el exterior al escenario, sobre todo en momentos de teatro en los que había que introducir mobiliario.
Las primeras referencias con respecto a lo que va denominarse cine Lido, las encontramos en las Actas municipales del 9 de febrero de 1960. En todo caso, el día 9 se da cuenta de una “instancia de don Mariano Ayuso y García Pato, vecino de Torrelavega por la que solicita permiso municipal para proceder al derribo de los edificios del sitio del “Potro”, que pertenecieron a los Herederos del señor Conde de Mansilla”. Debo decir, que cuando oía hablar del “Potro”, siempre consideré que se trataban las cuatro casas de las que hemos hablado antes. En todo caso, la Corporación accedió a la petición de Mariano Ayuso, pero estableciendo una serie de condiciones de obligado cumplimiento. Así, “se establece conceder sin perjuicio de tercero; que no habrá de depositar escombros ni materiales de ninguna clase en la vía pública que impidan o dificulten el libre tránsito y que deberá tomar las medidas necesarias para asegurar debidamente personas y cosas con motivo de realizar expresado derribo”.
Un mes más tarde, concretamente el 2 de marzo, se da cuenta de una nueva instancia presentada por Mariano Ayuso y José Luis Merino Gutiérrez, en la que solicitan permiso para construir un edificio que albergara un cine, una sala de fiestas, una cafetería y otros, todo ello acompañado por los planos de dicho proyecto. Este proyecto, fue evaluado favorablemente por el Arquitecto municipal, con lo cual la Corporación accede a dicha petición, pero nuevamente, debiendo respetar determinadas disposiciones: “La línea de fachada distará tres metros como mínimo del eje de la calle a que da dicha fachada principal del edificio. La planta baja no excederá en su altura de 4´80 mts. medidos desde el terreno y sobre esta planta podrán elevarse dos plantas más de altura no superior a 2,80 mts. cada una, contados de suelo a techo. La altura total del edificio podrá ser inferior y en ningún caso excederá de once metros. Todo ello además sin perjuicio de terceros y dejando a salvo todo derecho de propiedad habiendo de ser visado además el proyecto por el Colegio de Aparejadores de Santander”.
A partir de este momento, hay que esperar hasta el mes de abril de 1962, para ver que Mariano Ayuso ha presentado una queja ante el Ayuntamiento por considerar excesivo el concierto de arbitrios e impuestos municipales señalados por la Comisión. La respuesta de la Corporación, es trasladar a dicha Comisión su queja y que allí se decida lo que considere más conveniente y oportuno. No debió de ser muy convincente para Mariano Ayuso, lo que resolvió la Comisión. De hecho en septiembre del mismo año, nuevamente se presenta un nuevo escrito en el Ayuntamiento, por parte de los empresarios del cine Lido y del Coliseum María Luisa, mostrando su disconformidad con las cantidades que deben de pagar. La respuesta de la Corporación es la de citar a dichos empresarios para resolver el problema.
Desconocemos cuando se llevó a cabo dicha reunión, pero sí podemos deducir que la hubo y se llegó a un acuerdo, pues en el mes de diciembre de 1962, el dueño del cine de Coó se queja sobre la cuota que tiene que pagar por usos y consumos, la respuesta de la Corporación es muy clara y concisa, “que debe satisfacer la cantidad señalada sin más preámbulos, ya que le ha sido señalada, por los demás empresarios de Cine de Los Corrales la encuentran muy acertada”.
No tenemos más información sobre el cine Lido en las Actas municipales, lo que si es cierto que el cine se levantó y en su momento se convirtió en uno de los cines más modernos del pueblo y, como decía Jesús López, mi padre y operador de dicho cine, estaba dotado de las últimos avances de la época en lo que afectaba a cámaras de proyección y al tipo de pantalla.
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