Será difícil que los niños, y niñas, se desliguen de marcadores convencionales de género, a menos que consigamos en ellos un fuerte sentido de la individualidad, al estilo quizá de los nórdicos. Al ser humano no le suele interesar ser uno mismo, no le parece que compense. Suele acogerse a una identidad preexistente, "ser algo". Y tiene que tratarse de cosas fáciles, que colmen la dignidad social sin precisar gran inteligencia, dinero, aptitudes... como ser "hombre" o "mujer", apegándose a determinado color. Y rechazando el tenido por contrario, ya que estas cosas funcionan por oposición: no se trata sólo de lo que eres, sino de lo que ¡por supuesto! no eres. Una individuación ajena a estereotipos sería interesante, pero con matices difíciles de apreciar; a la gente le gusta saber lo que son las cosas. Y la industria del prêt-à-porter también necesita saber a qué atenerse para ser rentable.
Adolfo Palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés
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