Si entráis en un bar y veis que el dueño está sin mascarilla y que no te pide el "pasaporte", puede ser un negacionista pero también alguien que, el pobre, se ha acabado pasando al bando de sus indisciplinados clientes habituales. Un amigo mío, que estuvo en Japón, me contaba que allí, en los bares, al llegar la hora de cierre los clientes se van retirando por sí mismos. Aquí, llegamos a profesar un antioficialismo, un anarquismo de garrafón, por el que las autoridades son ignoradas, y ante el vecino incluso se hace jactancia de tal desdén. Como decía la copla: "Esgraciaíto el que come / el pan por manita ajena, /siempre mirando a la cara / si la ponen mala o buena"; a menos que todos fueran más cumplidores, claro.
AdolfoPalacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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