No acabo de verle el sentido a igualar el número de hombres y mujeres en los tribunales de oposiciones a docentes. Por una parte, lo de la paridad incide en la idea, propia de las sociedades más retrógradas, de que la humanidad se divide en dos mundos, distintos y homogéneos: el de los hombres, y el de las mujeres. Más bien deberían hacerse test para identificar "personas típicamente masculinas" y "típicamente femeninas" (lo que quiera que sea eso), y ponerlas al 50 %, ya que habrá hombres que no se identifiquen con el género que se les atribuye, como asimismo habrá hombres a quienes la gente no vea muy típicamente hombres; y lo mismo con las mujeres o presuntas mujeres. El sindicato de enseñanza STEC ha criticado que la constitución paritaria de los tribunales sea lo primero que se ha hecho, y con algunos problemas prácticos que conlleva, en vez de actuar en otros focos de la cuestión. Yo creo, con algo de ironía, que si nos inspirásemos en el libro "Contra la igualdad de oportunidades" (César Renduelles, 2020) y aspirásemos a la igualdad de resultados, lo que realmente deberíamos pretender (y aquí se evidencia hasta dónde podría llegar el tema) es que los aprobados de las oposiciones arrojasen unos resultados paritarios...
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