En el PSOE actual, los cambios de personal y de objetivos parecen hacerse cada vez más a golpe de mandato de una sola persona. Y en el resto de partidos la democracia interna tampoco parece ser la regla. ¿Tiene sentido, aún hoy, pretender que los partidos políticos cumplan el precepto constitucional de que "su estructura y funcionamiento han de ser democráticos?". Bernardino Esparza publicó un estudio sobre el tema en 1998, e incluso podemos remontarnos a antes. Pero parece que la vida real va por sus propios derroteros. Los sindicatos no están tan sometidos a la presión de ganar unas elecciones, pero también les concierne el tema. Quizá nos preocupa más cuando, a cada uno de nosotros, las decisiones del líder no nos parecen adecuadas, y menos cuando sí nos lo parecen. ¿Tiene un espíritu democrático la ciudadanía? ¿La situación es igual en todos los países?
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