Ingenuamente pensé que las organizaciones feministas iban a presionar a los diferentes gobiernos para que no se celebrasen en Catar los campeonatos del mundo de fútbol, por ser este un país donde no se respetan los derechos fundamentales de las mujeres. Pero poderoso caballero es don dinero y las reivindicativas feministas, los sindicatos y gobiernos progresistas han mirado para otro lado, cuando podían haber dado un gran paso a nivel mundial en favor de ellas. Está visto que les es más rentable limitarse a pequeños logros internos que les permita ganar algunos votos, y seguir manteniendo la situación de privilegio de la que gozan, recibiendo a la vez sustanciosas subvenciones.
No me queda más remedio que hacer la guerra por mi cuenta. Para ello no pienso colaborar con la maquinaria que se alimenta de esta competición, por lo que emprendo una cruzada por mi cuenta, en la que no veré ninguno de los partidos que televisen. Te animo a que me secundes, tratando de que tengan la cuota de pantalla más pequeña de cualquier mundial, como única medida de reivindicación que han dejado a nuestra disposición, a la vez que lamento la oportunidad perdida en el logro de los derechos fundamentales de las personas, especialmente por parte de aquellos que dicen defenderlos.
A. José Salas, para Cartas al Director de El Diario Montañés.
Yo estoy sospechando que el ser humano normal tiene algo que le impide ser radical y coherente en las cosas necesarias, y que sólo algunos "anormales", como Greta Thunberg -que es asperger- tenemos una visión que nos lleva a rechazar cosas que, en definitiva, ya habíamos quedado entre todos que eran rechazables, pero por lo visto no vale planteárselo así. Así que, "háztelo mirar", a ver en qué puedes no estar siendo normal.
ResponderEliminarRecordarás que hace unos años hubo un futbolista que se descubrió que había defraudado muchísimo a hacienda; y todos los estamentos de la sociedad salieron en defensa de él, porque era un jugador muy famoso y que daba mucho brillo a los partidos, a su equipo y al país. Todo el mundo estaba dispuesto a perdonárselo, pasando por alto que nos había dejado a todos por gilipollas, en primer lugar a los aficionados de su propio equipo que, siguiendo los partidos desde la humilde salita de sus casas, sobrevivían con unos pocos euros al mes, mientras él les engañaba vía impuestos.
Ya sabemos que "poderoso caballero es don dinero", pero creo que no siempre, o no sólo, el dinero es lo más importante. La canción decía "salud, dinero y amor"; y hay también sexo y otras cosas; el sentido de la vida, o la vida con sentido, se construye a veces con cosas de lo más variopinto e insospechado, y ridículo e inconfesable incluso, pues hay gente para todo y, como hemos dicho en alguna ocasión, las personas somos muy, muy distintas unas de otras. Hace poco estaba yo en un bar e iban a retransmitir un partido por la tele del bar, y la retransmisión iba precedida de algunos eslóganes que habían grabado para dar realce a la retransmisión, para calentar a la peña, y el primero que dijeron, con voz profunda y en off, era: "El estado de ánimo es cosa de goles".
O sea, el estado de ánimo -para mucha gente, por lo visto- no es cosa de cómo vaya la guerra de Ucrania, ni los flujos migratorios, ni el precio de la luz, ni la cesta de la compra, ni el paro de tus hijos, ni la salud de tu esposa, el estado de ánimo es cosa de los goles que meta -o deje de meter- "tu" equipo. Incluido en él ese jugador que está defraudando millones.
Y me temo que es así en muchos casos, y que la sociedad se mueve, no por lo que los sabios han dicho tras sagaces análisis, sino por chorradas incomprensibles que están lejos del análisis de los sabios, y que decantan la balanza diariamente hacia un lado o hacia otro.
En la antigua Grecia hubo una mujer que mató a un hombre, y se averiguó que había sido ella; no había duda. Y la pena, según la ley, era la muerte. Pero ella era guapísima. Entonces ¿qué pasó?, pues los encargados de hacer las leyes, tanto como de aplicarla eran hombres. Pues que le perdonaron la vida.
ResponderEliminarY hay que reflexionar: exactamente, ¿qué sentido tiene perdonarle la vida a una tía buena? ¿Por qué, exactamente, podemos tender a hacerlo?
Esa mujer era fundamental en la vida cotidiana de aquellos hombres. Su presencia excitaba los ánimos, elevaba "los corazones", hacía resurgir el sentido de la vida cuando, por ejemplo, las deudas, apretaban. No estaban dispuestos a prescindir de ella, una vez que había saboreado su presencia. ¡No había color!, en comparación con la parienta.
Es cuestión, pues, de sentimientos, de emociones, de sensaciones. Las sensaciones pueden alterar la percepción, el estado de la realidad. Y una realidad objetivamente horrorosa (¿y qué es objetivo?, pues esto no es tan indudable) puede ser soportable cuando el estado psicosomático está teñido, por ejemplo, por el enamoramiento. Y ¿es falso todo lo que ve y siente el enamorado?
José Antonio Jáuregui, antropólogo de los años 80, escribió libros e hizo un programa en televisión sobre la influencia del tribalismo, el grupo, y las emociones a él asociadas, en los sentimientos y en el comportamiento de la gente. O sea, no todo es cuestión de erecciones, o de amor; el que "tu" equipo (o "tu" país) vaya ganando o perdiendo, puede influir mucho.
Mientras algunos no seamos capaces de vivir y comprender los gritos, bufidos, saltos y movimientos de los buenos hinchas de fútbol (que son muchos), no comprenderemos al ser humano, porque el ser humano sólo es racional si no hay más remedio. ¿Tú lo vives, lo comprendes? Si te pasa como a mí, y percibes a esos hinchas -por mucho que te guste el fútbol como deporte- como si fueran otra especie animal, no se podrá decir que estemos legitimados para criticar las cosas que hace o que perdona la gente; esas "incoherencias" habría que criticarlas tras haberlas vivido desde dentro.
Pero quizá nadie es capaz de las dos cosas a la vez...