Mi jubilación me llevó a buscar alguna actividad de tipo social que llenase el vacío que dejaba mi anterior etapa laboral. Tuve conocimiento de la gran labor que lleva a cabo la AECC y entré a formar parte de ella como voluntario. Pasados los años he podido comprobar lo acertado de mi decisión ya que he entrado en contacto con una asociación que además de aportar trabajo en equipo, compromiso y empatía han conseguido ilusionarme en mis cometidos.
He participado en varias de las actividades que allí se realizan, y una de las que más me ha llenado ha sido acompañar a personas que padecen cáncer en unas marchas saludables que se organizaron, tratando de apoyarlas emocionalmente mientras llevaban a cabo una actividad física, porque el cáncer va mucho más allá de los tratamientos y supone una lucha en la que no sentirse solo es fundamental.
Como consecuencia de ello, he conocido un grupo de personas encantadoras, que me han impresionado por su valentía, su fuerza en la lucha contra la adversidad y sus ganas de vivir, hasta el extremo de que he llegado a la conclusión de que ha sido una experiencia enriquecedora para todos y en lo que a mi concierne ha resultado gratificante, porque he recibido mucho más de lo aportado sintiéndome además útil, tratando de hacer un poco más felices a los demás.
A. José Salas, en Impacto Social en Cantabria. (Pág. 337)
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