Me enseñaron de pequeño que vivíamos en una sociedad donde todos estábamos intentando hacer el mejor mundo para todos. Era cuando se hablaba de conversaciones, no de negociaciones; de modelo de sociedad, de construir (Fraga, Anguita), no de luchas ni intereses. Si algún político o sindicalista odiaba o despreciaba a alguien, lo disimulaba. Después, empezaron a proliferar los que traían una visión según la cual aquí nunca ha habido voluntad de armonía, y la sociedad se divide en: los que tratan de seguir aprovechándose, y los que deben defenderse como puedan. Hay gente que está muy a gusto en la primera visión, otros lo están en la otra. Y creo que hay parcelas o momentos donde efectivamente se cumple la primera, otras donde es cierta la otra, y otras donde ninguna es verdad. Pero debemos evitar que, la forma en que son realmente las cosas, se contamine por la visión que llevamos hacia ellas.
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