Vivir en una "Emocracia" tiene la desventaja de que la mala política, aquella que no apela a lo racional, sino a lo emocional y lo lacrimógeno, lo inunda todo.
En la "democracia de las emociones", el miedo a ofender paraliza el pensamiento y cancela cualquier debate sobre ideas o propuestas. Es un mecanismo que trata de camuflar, a base de sentimentalismo y ruido, lo poco presentable de la mayoría de las decisiones que se adoptan sobre nuestros intereses ciudadanos.
Para que sean de nuevo los valores del humanismo y la ilustración, y no los discursos del miedo, el odio o el entretenimiento los que marquen el devenir de la sociedad europea, este domingo volvamos a usar nuestro cerebro y votemos en favor de lo público, lo democrático, lo común, lo de todos. Nuestras neuronas nos lo agradecerán.
En la "democracia de las emociones", el miedo a ofender paraliza el pensamiento y cancela cualquier debate sobre ideas o propuestas. Es un mecanismo que trata de camuflar, a base de sentimentalismo y ruido, lo poco presentable de la mayoría de las decisiones que se adoptan sobre nuestros intereses ciudadanos.
Para que sean de nuevo los valores del humanismo y la ilustración, y no los discursos del miedo, el odio o el entretenimiento los que marquen el devenir de la sociedad europea, este domingo volvamos a usar nuestro cerebro y votemos en favor de lo público, lo democrático, lo común, lo de todos. Nuestras neuronas nos lo agradecerán.
Esteban Ruiz García.
No hay comentarios:
Publicar un comentario