Un error en el que caen algunos bienintencionados de izquierda, es creer que todos los pobres están deseando vivir las cosas que la gente con posibilidades disfruta y valora; creer que, si a todos se dieran dinero y oportunidades, adoptarían el estilo de vida que los ministerios y las revistas ponen como ideal. Pero no a todo el mundo le motiva educar bien a los hijos, comer sano, estar informado, mantenerse guapo, viajar, enamorarse, ir a conciertos, hacerse una casa bonita, ahorrar para la vejez, asociarse para hacer cosas... Hay quien todo eso, directamente, lo desprecia. Incluso entre ricos, los hay que prefieren hablar a gritos, tener vicios, meterse en infidelidades tontas, no usar anticonceptivos, arriesgarse en negocios sucios, o armar gresca. Claro que, también, algunos pobres rechazan ciertas cosas porque les falta formación para apreciarlas. Y porque prefieren reforzarse en su sentido de pertenencia en torno a lo que de hecho les es accesible. Procurar dar oportunidades a todos, está bien, pero creer que así se arreglarán las vidas, y la sociedad, es utópico. Digamos también que no todo lo que suelen valorar los ricos tiene un valor real: puede ser sometido a crítica. Y, en fin, que el hecho de ser rico te puede privar de experiencias que cambiarían tus valores.
Adolfo palacios para Cartas al Director de El Diario Montañés.
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