A veces se ha magnificado la importancia de los refranes, pero es cierto que algunos no tienen desperdicio: El que algo quiere, algo le cuesta. ¿Dónde va Vicente?, donde va la gente. De poetas y locos todos tenemos un poco. Ande yo caliente y ríase la gente. Dime con quién andas y te diré quién eres. En casa del herrero, cuchillo de palo. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Ojos que no ven, corazón que no siente. Si quieres saber quién es Fulanito, dale un carguito... Lo que me pregunto es por qué ya, desde hace décadas, no se han vuelto a oír.
Adolfo Palacios para Cartas el Director de El Diario Montañés.
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