Vengo del banco. Como todos los primeros de mes, he ingresado una cantidad de dinero para que mi hijo pague la hipoteca y los gastos de la vivienda. Mi hijo está parado, pero de todo. Él tiene su licenciatura de la UC, pero nunca trabajó en su especialidad, salvo en excavaciones en las que le pagaron el alojamiento y la comida, nada de salario, ni SS, y, acabado el dinero de la subvención, a casa. Lavó coches, hizo pan, limpió puertas metálicas, ayudó en el bar de un conocido. La precariedad le señaló. No recibe prestación de ninguna índole, estudia y prepara oposiciones para plazas que de antemano sabe que no son para él. La edad, no podemos detenerla, y la alta formación actúa en su contra. La falta de experiencia en todo ¿cómo lograrla sin oportunidades? Son sus enemigos. Ahora el banco me exige a mí limpieza de origen de los dineros mensuales que van a su cuenta para que ellos no le arrojen sin consideración a la calle. Hoy me han pedido certificado de su procedencia. Helada me he quedado: he confesado que proceden de los recursos de una vida laboriosa y sobria de sus padres, de la pensión del abuelo, la única fuente de ingresos seguros, por ahora, de la familia compuesta de cuatro adultos y dos adolescentes. Salí de la sucursal pensando en Rato, Cospedal, Bárcenas, Rajoy, Blesa, y de tantos cuyas riquezas dudosas no suscitan sospecha, sino admiración ….
María Ángeles Martínez, en Cartas al Director, de El Diario Montañés
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