Tener el agua fácil trae el problema de que nos volvemos despreocupados y nos hacemos menos cuidadosos con el medio ambiente. Santander dispone desde hace años de un depósito en Peñacastillo, y la autovía del agua, desde el pantano del Ebro, se ha completado recientemente. La gente, en general, solo desea lo que se ha dado en llamar buen tiempo, quejándose en cuanto llueve un poco como si llevase demasiados días lloviendo. Comprendo que los bares se resienten. No he vuelto a ver pegatinas de ahorrar agua en los lavabos, y no oigo hablar de sequía, cuando es obvio que la hay. No se piensa que el agua no solo “sirve” a los humanos, sino que mantiene un ecosistema que nos excede, nos rodea, y tiene muchos factores animales, boscosos y geológicos. Tenemos además una población envejecida y con pocos nietos, que fácilmente pensará ya en el corto plazo, importándole poco el futuro. Yo propondría el Día del Corte de Agua, para recordarnos lo que vale un peine, aderezado con una procesión municipal (nuevo atractivo turístico), por el Paseo Pereda, en petición de lluvia a algún santo del ramo.
Adolfo Palacios González, en Cartas al Director, de El Diario Montañés.
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