En el pasado, algunos sufrimos la crisis de los 40: frustración por no haber conseguido los sueños –o habiéndolos conseguido, ¿ahora que?-, nula expectativa de cambio de vida, responsabildades familiares … Ahora a las puertas de lo 80 nos enfrentamos a otra crisis: la del atardecer de la vida. Que con la muerte de allegados y amigos tomemos consciencia de que también estamos a final del camino y, ante las expectativas de deterioro físico, enfermedades y negros pensamientos sobre la pérdida de seres queridos y poder adquisitivo, pasemos las siguientes fases:
a) Cólera: maldita sea, mi tiempo se acaba.
b) Negación: no puede ser. Por qué tan pronto. Si no he realizado todos mis sueños. ¿Cómo quedará mi familia?
c) Pacto y negociación: ¿y si hago más envejecimiento activo?
d) Depresión: desesperanza, angustia, ansiedad, triseza.
e) Aceptación: sí, pero con resilencia, vivir el aquí y ahora, dar y servir a los demás para que nos recuerden, avivar rescoldos religiosos. Y, cuando llegue la hora, recibir a la ‘dama del alba’, con dignidad y valor.
Fernando Serrano Echevarría, en XLSemanal.
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