El primer edificio que nos encontramos al adentrarnos en la calle que en tiempos
pasados era denominada la Puerta del Sol, es la farmacia, que a lo largo de su historia ha
recibido varios nombres.
Para adentrarnos en la historia de la farmacia, nos vamos a apoyar en dos fuentes, una
escrita por Felipe Lucio, en la Revista Valle Buelna, y la otra, oral de Fran, que la regentó en los
últimos años en los que la farmacia estuvo en funcionamiento.
Centrémonos en lo que Felipe Lucio nos escribe en la Revista Valle de Buelna. No
olvidemos que ésta fue una revista que estuvo publicándose durante varios años por el
Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, bajo la coordinación y dirección de José Ignacio Cavia
Chiva. Era una revista en la que escribían personas que aportaban datos para recuperar la
“historia” de nuestro pueblo y al mismo tiempo servía para ponernos al día de la actividad
municipal. Creo, es mi opinión personal, que fue un éxito e ignoro cuál fue la razón que
provocó su desaparición. En todo caso ahí está para quien quiera pueda consultarla.
Pero vayamos a lo que nos dice Felipe Lucio: “Un 7 de mayo de 1919 el contrato para
la apertura de la primera botica de Los Corrales de Buelna, botica que se situaba en el Puente
de la Botica. Se nombraba como primer boticario a José Álvaro Rodriguez.” He estado mirando
las Actas municipales de dicho año y no he encontrado ninguna referencia a ese contrato. Es
posible que no haya mirado bien las Actas o que el contrato no se plasmó en ellas. En todo
caso, lo que si he podido verificar que la existencia de la botica es anterior a 1919. De hecho,
en el Acta de 19 de septiembre de 1838, se dice lo siguiente: “…las sanguijuelas se han
entregado á la Sra. Boticaria a disposición de dha. Comisión y médico titular…”. En enero y
abril de 1839 se habla de llevar a cabo el ajuste de la botica y el 6 de agosto del mismo año, se
lleva a cabo tal ajuste en la persona Dª Rafaela de la Fuente. En él se especifican las bases de
dicho ajuste. Va a haber más referencias a dicha persona, siendo la última vez que aparece en
las Actas la Boticaria Dª Rafaela de la Fuente el 22 de Octubre de 1842.
A partir de agosto de 1846, se comienza a hablar de D. Agustín Vélez como
farmacéutico asalariado de Los Corrales. Nueve años más tarde, el 29 de octubre de 1854 se
sigue hablando de dicha persona como farmacéutico del pueblo.
Según esto, no parece muy claro que la primera botica que existiera en el pueblo de
Los Corrales se produjera en el año 1919. Hay algo más que no cuadra, pues en el mismo
artículo, se hace referencia al periódico “El Impulsor” en su edición del 12 de noviembre de
1911 en el que se dice lo siguiente: “…D. Zacarías Cayón…vendiendo en muy buenas
condiciones su acreditada farmacia de Los Corrales.” Según Felipe Lucio, quien compró la
farmacia fue “Julio Gallo Díez, un hombre muy popular, que enseguida conquistó a las gentes
por su simpatía”.
Nuevamente nos surgen dudas, no en las fechas sino en el nombre del farmacéutico.
Así Felipe Lucio habla de Julio Gallo Díez. Bien, al revisar la Actas municipales nos encontramos
que en el Acta del 20 de diciembre de 1932 se habla de la necesidad de nombrar un segundo
Inspector del Partido Farmacéutico, dado que el primer Inspector es “Don Julio Díez Gallo”. En
las Actas de 1933 hay varias referencias al farmacéutico “Don Julio Díez Gallo”. Creo que
nuevamente hay un pequeño error en la colocación de los apellidos del farmacéutico. En el
Acta municipal del 29 de julio de 1933 se dice lo siguiente: “De dos escritos de los Inspectores
Farmacéuticos municipales. D. José María Pereda y D. Julio Díez Gallo, participando el primero
estar provisto del material mínimo necesario para atender a su cometido y el segundo á falta
de algunos y que los tiene pedidos a la Unión Farmacéutica Nacional”. Por tanto, parece
quedar claro que el nombre real era D. Julio Díez Gallo, y por otro lado, que quien fue elegido
para Segundo Inspector fue D. José María Pereda, padre del que hablábamos, que tuvo la
farmacia situada enfrente del nuevo Casino. Me dicen que en el pueblo en aquella época
siempre se referían a esa persona con el nombre de Gallo. Bueno el problema está ahí, no se
trata de crear otro foco de discusión como con el nombre del puente Renero. Mi criterio es
aceptar el nombre de Julio Díez Gallo, que es el que aparece en documentos oficiales, que son
revisados en la siguiente sesión de su plasmación en las Actas.
En el año 1947, la farmacia pasó a manos de Glafira Trujillo Carrillo, conocida por los
vecinos con cariño como “Fafa”. ¿Pero quién es “Fafa”? Dicha señora, había nacido en la
antigua colonia española de Cuba, pero su estancia allí fue casi anecdótica, pues gran parte de
su infancia y juventud las pasó en las Canarias.
Con el tiempo, “Fafa” tomó la decisión de trasladarse a Madrid para estudiar en la
Facultad de Farmacia en la Universidad de la Complutense. En aquellos momentos, era de las
pocas mujeres que asistían a la Universidad y además, sacó su licenciatura que le permitía
ejercer la profesión que le gustaba.
Por circunstancias de la vida, la señora “Fafa” se desplaza a la provincia de Santander,
en concreto al pueblo de Aes, para visitar a la familia Abelló, que tenía una casa en la zona, en
la que pasaban parte del año. En una de estas estancias conoció a un joven, Francisco Macho
Díaz, natural de Los Corrales.
Con el tiempo la relación se consolidó, se casaron e iniciaron su vida en Los Corrales.
Tuvieron 4 hijas, dos antes de la guerra, Delia y Ofelia; la tercera, Inés, durante la guerra y no
en el pueblo; de hecho, dado los bombardeos que se producían en el pueblo, se trasladaron a
Aes, a la casa de los Abelló ya que, al parecer, allí tenían refugio y consideraban que aquella
zona era más segura. Nada más lejos de la realidad. La entrada de los nacionales en Santander
se hizo a través de la N. 623, con la intervención de los italianos; allí nació Inés. Posteriormente
tuvieron otra hija, María.
Pasada la guerra, “Fafa” decide centrarse en ejercer su profesión, deseo que se cumple
en el año 1947, cuando accede a la farmacia que, a partir de ese momento, va estar ligada a la
familia.
La farmacia, estaba situado en un edificio de dos plantas. En la planta superior era la
vivienda en la que residen a partir de ese momento todos los integrantes de la familia que han
estado al frente de la farmacia. Al entrar por la puerta de la farmacia, nos encontramos con
un local pequeño que tenía un encanto especial. En un primer momento, había una zona de
farmacia y otra dedicada a droguería, que con el tiempo, se suprimió. Había un mostrador y, a
mí personalmente me gustaba. Detrás del mostrador había un arco con una puerta giratoria
con un ojo de buey, que nos permitía el acceso a la rebotica, donde se encontraban las
estanterías de fármacos y el laboratorio que permitían elaborar algunos de los medicamentos.
La vida va pasando. Fafa sigue en la farmacia, Francisco con su negocio y las hijas han
crecido. Todas llegan a cursar estudios universitarios. Delia y Ofelia, siguiendo los pasos de su
madre, se licencian en Farmacia. Delia ejerció su profesión farmacéutica en Santander. Ofelia
abrió una farmacia en el pueblo de Los Corrales, concretamente en la zona de La Aldea. Inés se
alejó de los estudios de su madre y sus hermanas, se decantó por la Química, que como
veremos más tarde tendrá sus consecuencias. Por último, la pequeña María se alejó
radicalmente de los estudios de Ciencias y se decantó por la licenciatura de Letras.
El 14 de febrero 1975, Fafa nos abandonó. Pero su obra sigue presente, pues su hija
Inés, aquella que había estudiado Química, decidió tomar las riendas de la farmacia. Pero
existía un problema, sin la titulación necesaria para ejercer como farmacéutica, tuvo que
buscar una solución para no perder la farmacia. Esta fue nombrar un regente farmacéutico que
pudiera estar al frente de la misma. Hubo tres personas que ejercieron esa función: Ignacio
Pérez del Molino, Pilar Viena y Pilar Diego. También es cierto, que Inés siempre estuvo al
frente, dirigiendo, controlando y ayudando a los regentes.
¿Por qué Inés se quedó con la farmacia? Las razones son varias. Una de tipo
sentimental, no perder algo en lo que su madre había invertido gran parte de su tiempo y que
había pasado a ser un patrimonio sentimental de la familia; por otro lado, sus hermanas
mayores ya ejercían la profesión de farmacéuticas y su hermana menor no tenía tampoco
titulación necesaria y tampoco vivía en el pueblo; además, Inés tenía 5 hijos, de los cuales
Ofelia y Francisco se decantaron por los estudios de Farmacia. Todo esto hizo que Inés
adquiriese el control de la farmacia. En definitiva, ver si sus hijos eran capaces de asumir la
dirección de la farmacia, puesta en manos de la familia por su abuela Fafa en el año 1947.
Fran era el hijo mayor y el que acabó primero en adquirir la condición de Licenciado en
Farmacia, llevando a cabo dichos estudios en la Universidad de Salamanca y en Alcalá de
Henares. Con su titulación, Fran se hace con el control de la farmacia de su abuela Fafa y que
había estado sostenida por su madre Inés. Era el año de 1991. Era licenciado, pero una cosa
era la titulación y otra el enfrentarse a la realidad de una farmacia, así que contó con la ayuda
dos mancebas, Ramonita Díaz Alvarado y Montse Fernández Cabrero. Y lógicamente, el apoyo
a todos los niveles de su madre Inés. Podemos considerar una tontería lo de decir que “una
cosa era la titulación y otra el enfrentarse a la realidad” Algunos hemos estudiado y visto
muchas “hojitas de borde abatido” utilizadas en la época prehistórica, siempre en fotocopias o
diapositivas; pero cuando nos enfrentamos a la primera excavación en el yacimiento de Cova
Rosa (Asturias), después de dos horas excavando, nuestro director de excavación nos preguntó
que si no había salido ninguna “hojita” “todavía no”, le contestamos. Intrigado, miró la tierra
que habíamos quitado y allí aparecieron unas cuantas hojitas, unas veinte. No pueden
imaginar el cabreo de nuestro director. Pues bien, eso me pasó a mí, en mi primera
excavación, muchos sobresalientes en Prehistoria, pero la teoría es una cosa y la práctica otra.
Por eso digo que Fran tuvo que contar con la ayuda necesaria.
La otra hija de Inés también estudió Farmacia, pero por aquello de la edad, su
hermano ya estaba ejerciendo como farmacéutico. Pasado el tiempo, Ofelia Macho Trujillo, la
hermana de Inés, contrajo una enfermedad que no fue capaz de superar y falleció el día 15 de
Febrero de 1997. Su sobrina, Ofelia, que se llamaba como ella, pasó a titular de la farmacia,
siguiendo la tradición familiar.
Fran, por su parte seguía la frente de la farmacia de la Avda. José María Quijano, la
clientela se mantenía, pero como a todos los comercios de la zona, comenzó a afectarle la
construcción del túnel. Se vio obligado a tomar la decisión de trasladar la “botica” o la farmacia
a otra zona del pueblo. Así en el año de 2001 abrió su nuevo local. Hoy se ha convertido en una
farmacia de referencia para una parte del pueblo, lo mismo que el resto de las farmacias que
existen.
¿Se mantendrá la tradición familiar de la existencia en el pueblo de una farmacia bajo
su tutela? El futuro no es previsible, pero lo que sí es cierto que las dos hijas de Fran y
Margarita, también se han decantado por los estudios de Farmacia, concretamente en el CEU
de Madrid. Blanca estudio Farmacia y Óptica y parece ser que sus objetivos son más elevados y
muy cercanos en su consecución. Por otro lado, Patricia está en Madrid estudiando farmacia.
Ya veremos lo que nos dice el futuro, si el recuerdo de Fafa se mantienen en el pueblo
por parte de sus nietos Fran y Ofelia. Esperemos que continúe, pero por desgracia el
establecimiento de la Avda. José María Quijano no creo que lo volvamos a ver funcionando.
Pero en todo caso, siempre estará en nuestros recuerdos la farmacia de Fafa, y ver a sus
descendientes ejerciendo la actividad que ella inicio en el pueblo.
Unida a la farmacia nos encontramos con dos nuevos comercios que tuvieron una
fuerte relación entre ellos. Actualmente están abandonados y comienza a apreciárseles la
actuación poco social de las personas. Si nos acercamos a la puerta de acceso al primer
establecimiento observamos que los cristales están rotos y eso nos permite ver el interior del
mismo, con suciedad y muebles tirados por el suelo.
Vaya encanto que tiene esa foto. No la conocía. Tiene que ser bien antigua. Se ve un árbol enfrente de lo que sería la "Fonda Buelna". Y en esa foto ni siquiera hay cartel de "Fonda Buelna", como ahora sí hay, en el piso superior.
ResponderEliminarQue gran trabajo.
ResponderEliminarFelicito a José López Mora por el esfuerzo realizado para recopilar todos estos datos y agradezco su publicación en el Blog valledebuelna.blogspot ya que podré leerlo detenidamente en mi estancia en California y valorar positivamente toda la información recopilada.