26 marzo 2020

EL MATADERO

Una vez pasado el puente Renero, a mano derecha nos encontramos con un edificio con varias puertas que, a lo largo del tiempo ha tenido distintas funciones. Es cierto, que durante unos años fue una zona de almacenaje que del material utilizado por los empleados municipales. Aquellos que estaban destinados a la limpieza, desbroce, desatascos, etc. También, últimamente, el edificio fue utilizado como lugar donde se llevaron a cabo la decoración de árboles metálicos, por parte de los alumnos de la Escuela de Pintura dirigida por Cintia, su directora. Estos árboles posteriormente se “plantaron” en determinadas zonas del pueblo, fundamentalmente en la plaza de La Constitución. Por supuesto, sigue siendo local de almacenaje, pero por poco tiempo, pues parece que está destinado a ser el centro de Protección Civil.
Pero sin lugar a dudas, la función fundamental de este edificio fue la de Matadero municipal, donde se sacrificaban los animales que posteriormente se distribuían en las carnicerías del Municipio.
Aunque no siempre fue así. Si nos adentramos en las Actas municipales, se observa que durante gran parte del siglo XIX, cada “tablajero”, o cada carnicero como se les llama actualmente, hacía la matanza del animal que iba a vender en su carnicería, y esto llevaba un control sanitario poco apropiado. Pero todo va a cambiar a partir de finales de 1897.
En noviembre de 1897, la Corporación municipal lee una Circular del Señor Gobernador de la provincia, en la que se pide mayor salubridad de los productos que se venden en las tiendas, máxime en las carnicerías. Pero de hecho el Ayuntamiento no tiene Matadero municipal, por tanto, “… se acuerda por la Corporación que desde luego se encargue la formación de oportuno proyecto á un Maestro de obras…
El año de 1898, fue fundamental en la puesta en funcionamiento del Matadero municipal. El primer paso fue destinado a elaborar un proyecto de dicho Matadero, que será puesto en manos del Aparejador D. Eduardo Corona, al que se le fijan unos honorarios de 125 pesetas una vez entregue dicho proyecto.
Otro de los problemas que hay que resolver es el lugar en el que se debe situar dicho Matadero. Será en septiembre de este año, cuando la Corporación tomó la decisión al respecto. El lugar elegido es pasado el río Besaya, en un prado ubicado en el pueblo de Los Corrales, en el sitio de Peña Renero. Este prado era propiedad de Dª María Velarde, viuda y vecina de Los Corrales. Del prado de su propiedad, la Corporación le compra 30 áreas y 58 centiáreas, por un precio de 150 pts.
La construcción del matadero no va ser sacado a subasta pública, sino que se lleva a cabo por administración, es decir, que la Corporación decide poner la obra en manos de una persona que considere conveniente. Así que decide ponerlo bajo la dirección de D. Bonifacio Pérez Rasilla, secretario del Ayuntamiento, pero que parece ser, tenía experiencia en este tipo de trabajo.
En junio de 1899, el Matadero municipal ya está terminado, posiblemente ya entrado en funcionamiento en el mes de abril. La Corporación municipal dado el buen funcionamiento del Matadero y el buen trabajo llevado a cabo por el Secretario D. Bonifacio, deciden agradecerle su trabajo con una dotación de 500 pesetas.
A partir de aquí, son bastante frecuentes las referencias en las Actas municipales a dicho Matadero, una de las cuales me ha llamado la atención. En enero de 1936, uno de los vecinos del pueblo, Antonio Buenaga Ruiz, se queja del enterramiento de las reses desechadas por el Matadero, en una parcela que tiene en la zona de Renero, considerando que estos enterramientos suponen una falta de higiene. La respuesta de la Corporación es clara: “El Señor Buenaga había aceptado en el contrato de la parcela, las condiciones de enterramiento, que no suponen ninguna falta de higiene y, por último el tema de la higiene no era de incumbencia de dicho vecino.”
Podríamos hablar de las muchas referencias con respecto al Matadero: el cambio de poleas, la construcción de un espacio para el veterinario, etc. Pero no nos aportaría nada para nuestra Avenida, así que demos por acabado este capítulo.
En fin, aquí tenemos una visión más o menos cercana a la realidad de lo que supuso la Avenida José María Quijano, en una parte de la “historia” de nuestro pueblo. ¿Por qué todo cambio? La verdad es que para muchos de los vecinos que vivieron en la zona y, para los que no vivieron allí, el hundimiento de la actividad de económica y poblacional estuvo ligada al cierre de las vías del tren y el soterramiento de la carretera. No podemos olvidar eran muchas las voces y las propuestas sobre el cierre de la vía del tren. ¿Fue la decisión más acertada? ¿No había otras soluciones?

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