La petición de claridad a los gobiernos nunca va a ser total, por parte de los gobernados. Ése es un presupuesto no escrito de los regímenes modernos. Don Juan Carlos se va, sin avisar, con la que tiene encima, y además sin decir a dónde. Se diría que es un gesto de mala educación, como mínimo, para con nosotros. Pero el PSOE lo defiende. Y muchos españoles se ponen a pensar entonces (yo no sé si pensarlo también) que si Sánchez y otros actúan así, por algo será. "Por el bien de todos". Tenemos asumido que nuestra vida se asienta sobre cosas inconfesables. Oímos decir por ejemplo, que ciertas conversaciones entre partidos han de hacerse "con discreción". Ése no era el espíritu con que se votó en el 78. Pero no podemos decir que hemos sido engañados: en el camino, ocurre también que muchos hemos perdido aquella inocencia. Ni siquiera en los transparentes países nórdicos creemos que la tengan. Claro que sólo solemos estar dispuestos a perdonarle los secretismos a nuestro partido, no al oponente.
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